No es fácil para mí escribir esto después de la circunstancias en que el VIH llegó a mi vida, se quedó y me marcó. Todo ello me ha dado madurez y fuerza para seguir adelante. Lo digo porque, en 1988, me quitó a dos familiares (tíos) en un intervalo de dos meses, con quienes estuve estrechamente unido [llanto]. En ese tiempo, no vi ni sabía la dimensión de lo que ocurría en la familia. El tiempo siguió su camino. Ahora, 24 años después, comprendo lo que sucedió en 1988. Dolor, tristeza, impotencia y preguntas sin respuesta que el tiempo respondió y volvió a escribir en el libro de la vida al recibir el diagnóstico años atrás.
Cómo, cuándo, quién, por qué, no lo sé. Eso sí, sé muy bien que hay un antes y un después del diagnóstico, tiempo en que me dieron fuerza quienes ya no están. Conocí historias de vida y seguí el tratamiento médico como lo pautamos. Tuve al virus más como un amigo que como un enemigo, me levanté de las caídas, que han sido duras -muy duras-. He ocupado la mayor parte del tiempo en lo que me gusta y dando gracias por lo que tengo.
Todo ello me ha llevado a resumir mi vida en esta mi historia. Pronto tengo de nuevo visita con el médico para ver unos resultados. Me deleitaré con su sonrisa. Hablaré también con mi nutricionista y les diré NO a quienes solo buscan aventuras sexuales de un momento.
Un abrazo.