Lo más irónico de la vida me ocurrió: ante una cirugía, en los pre-quirúrgicos, el 1 de diciembre 2017, mis análisis del VIH dieron reactivo. Me desmayé, entré en shock. Sufrí ataques de pánico, así que imagínense. Lloré muchos días y mucho más cuando después de tres pruebas más seguía dando reactivo.
No entendía, ni entiendo, cómo me transmitieron esto, si siempre cuando tenía sexo era cuidadosa. En abril tuve una cirugía y a los dos meses empecé con "cosas raras", que lo atribuí a la menopausia: Diarrea, alergias… Hasta que una nueva cirugía me lleva a esto.
Agradezco a Dios el enterarme a tiempo sin tener una enfermedad grave y que sea reciente, porque lo atribuyo a esa cirugía de abril. Es muy inteligente hacerse el análisis sin tener síntomas: a tiempo se puede hacer mucho.
Estoy esperando la medicación para empezar el tratamiento. Comencé a ir a una iglesia cristiana que me ha hecho súper, súper bien.
Como sano y bebo mucha agua. Y no voy a negar que he tenido miedo. Pero… ¿De qué? Si con el tratamiento nuestra expectativa de vida es igual a quien no tiene VIH.
Hace casi dos meses que me enteré de que tengo el VIH. Lloré, me sequé las lágrimas y después de 15 días me propuse una nueva vida.
En febrero comienzo mis clases de saxo. Me dijeron que no podía por ser exfumadora pero yo me demostraré que Sí puedo. Comencé mis clases de teatro. Hago terapia y le pongo onda. Después de todo, hay enfermedades peores. No se muere nadie por el VIH. Y todo puede ocurrir.
Un abrazo a tod@s