Sufro de fobia social desde que un compañero de trabajo, delante del resto, me tildó de sidoso, me dijo que tenía mal aspecto y que no me acercara a él. Me afectaron tanto sus palabras que entré en una depresión, y de la depresión a la fobia.
No salgo de casa desde hace más de dos años. Tengo miedo a que la gente me vea, me mire mal, a que vuelvan a hacerme daño, a que me insulten por estar enfermo.
Escribo estas palabras porque siento pánico. Hace unos meses que tengo la necesidad de irme de esta vida y me preocupa que, en cualquier momento, tome la decisión de decir Adiós. Pero no sé a quién decírselo; tal vez lo haga aquí porque no tengo a nadie más para contarle lo que sufro y padezco.
Lo peor de esta enfermedad es el rechazo, las personas que se ríen de tu aspecto y te tildan de leproso.