Os hablo concretamente del año 1986, cuando esto era todavía más tabú que ahora, apenas había información y la medicación que existía te destrozaba.
Estuve años sin tomar ningún antirretroviral, me daba miedo. Luego, por fortuna, llegó un gran médico a mi vida, que supo asesorarme y tener paciencia conmigo. Llegamos a un pacto: él no me obligaba a tomar nada, pero en cuanto mis defensas bajaran a 200 CD4 yo daría mi consentimiento para tomar medicación. Así lo hicimos.
Hoy en dia, no sé cuántos años llevo tomando medicación; algunas veces me la han cambiado, y otras, me han dado un descanso del tratamiento.
Mi vida es normal dentro de las limitaciones, porque, es cierto, el virus no me va a matar y me deja funcionar bien, pero tengo alguna otra cosilla que sí me fastidia bastante.
Sigo trabajando a mi ritmo, de cara al público, tengo buen aspecto, intento comer lo más sano que puedo y de todo.
Hace casi ya la friolera de 25 años que convivo con el virus. Animo a los que han contraído el VIH y quiero decirles que, con un buen tratamiento –ahora los hay magníficos– y llevando una vida más o menos ordenada, se puede llegar a viejo.
Lo que me choca y me molesta mucho es que siga habiendo nuevos casos de transmisión del virus, con lo fácil que es ponerse un preservativo. Esto va por las personas que están más o menos bien, porque ya se sabe que los toxicómanos van por libre y sus mentes solo piensan en su dosis; su realidad es otra.
Pues eso, queridos: esta batalla se puede ganar y llegará un día en que también se ganará la guerra.
Saludos cordiales.