Hasta entonces no tuve ni un síntoma y estaba de contextura normal. Hacía deporte. Estaba sano aparentemente. Desde los 30 años en que regresé con mi pareja -la mama de mi hijo- me mantuve fiel, centrado, buscando una familia normal. A los 32 años me empezaron a salir unas verruguitas en mi zona íntima, me aplique el tratamiento correcto y se curaron. Tardó 3 meses.
Seguía con mi trabajo normal, con energía, deseos de vivir, todo normal. No me había realizado ningún examen para el VIH hasta la fecha. Entonces a mi pareja le salió herpes zoster en toda la parte abdominal. Ella se hizo todos los exámenes de sangre para descartar cualquier enfermedad venérea y salió positivo para el VIH. Luego yo también me hice los exámenes y también salió positivo.
Empezamos el tratamiento. Yo me tengo que tomar 2 pastillas, una en la mañana y otra en la noche. Mi pareja solo una por la noche. La verdad es que llevamos una semana con tratamiento antirretroviral y quiero decir que las consecuencias son calenturas en las noches, fatiga, debilidad, estómago relativamente suelto, dolor de cabeza. Con esto siento ganas de no vivir.
Es una etapa muy dura. No sé si las pastillas nos están haciendo bien o nos están carcomiendo nuestra energía y deseos de vivir. Quería compartir mi testimonio desde que recién he iniciado el tratamiento antirretroviral.
Deseo volver a ser el mismo de antes. Seguiré luchando hasta que Dios decida llevarme en sus brazos. Estoy preparado cuando él lo decida.