He pasado momentos terribles –para mí, claro–. Ahora voy bien, más o menos. Los resultados de las analíticas salen dentro de niveles aceptables, quitando la lista de efectos secundarios que han provocado más de diez años de tratamiento en mi cuerpo. También están los daños psicológicos, que han causado más mella en mí.
Actualmente, hace casi nueve años que no tengo ni siquiera relaciones sexuales. Sé que no tengo por qué negarme este aspecto de la vida, pero un par de experiencias nefastas hicieron que decidiera tomar esta postura.
Claro que me gustaría tener una relación sana y con respeto. Pero a mí no me resulta fácil: No quiero empezar con alguien, dejar pasar un tiempo y, cuando crea que estoy preparado y él también, decirle que soy portador; no me parece honrado por mi parte. Por eso, lo he contado antes de que cuajara la relación, y han salido pitando… a 100 por hora. En tres ocasiones me ocurrió esto y me hizo sentir lo peor: que ya no valgo, para qué sigo aquí, para qué seguir luchando, por qué, por quién, etc.
Pero aquí sigo, sin saber bien la razón; como decimos en mi tierra, "echando días para atrás" (soy canario).
Bueno, esto es sólo una parte de mi historia, el resto daría para un libro, como las historias de todo ser humano.
Gracias por dejarme expresar algo que no puedo decir normalmente a nadie.
Un abrazo fraternal.