En el 1989 empecé con el único antirretroviral que había entonces. O te iba bien o morías. Era así de simple y triste. Mis amigos iban muriendo a un ritmo de uno por semana.
Después de muchos intentos de desintoxicación, conseguí vivir sin drogarme, pero sin sentir realmente que valiese la pena. En diciembre del 1999 entré por última vez en un centro y se acabó la pesadilla de la droga.
Voy a cumplir 53 años, 33 con el virus. Me he curado del VHC al segundo intento, pero me siento tan cansada, tan frustrada de ir a una visita y que me digan: "Pues no sé, está todo bien". Me da mucha rabia cada vez que voy por "una tontería" al médico, que para los negativos es motivo de preocupación, y que me miren con esa cara de “¿Y qué quieres? ¡Da gracias de estar viva!”. O directamente te dicen: “Bueno, con todo lo que tienes”. ¿Pero no me estáis diciendo que estoy perfecta? ¡En fin!
A los nuevos infectados os digo que tenéis un abanico inmenso de medicamentos, los efectos secundarios ya los hemos sufrido los "antiguos”. Tomad precauciones, no es solo el VIH. No le quitéis importancia. No os creáis eso de “Total, si me infecto, es una pastilla al día”.
A los viejos infectados os digo: ¡Vamos! Que ya lo aguantamos todo. Disfrutemos de cada minuto. ¡Vamos a reírnos de todo hasta el final!