Mi diagnóstico es parte de mí, pero no está siempre presente

Alejandro

Todo empezó en Bogotá (Colombia) hace 5 años. Había conocido a un hombre por una app y fui a su casa. Después de eso comenzamos a salir y los mensajes más frecuentes, hasta que un día nunca más respondió. Pasaron los meses y una noche me escribió diciéndome que debía hablar conmigo. Asombrado, emocionado y enojado fui hasta su casa (siempre quise algo serio con ese personaje) pues esa noche quería una explicación del porqué se alejó de mi sin motivo y menos sin decirme nada. Esa noche estuvimos sexualmente, él quería hacerlo sin protección, pero no consentí a tener sexo con protección. Al día siguiente salí al trabajo y nuevamente él se esfumó, ignorándome por completo…

Pasaron los años y yo me había trasladado a otro país cuando, de pronto, me llegó su solicitud de amistad en Facebook. Estaba confundido, pero me alegró saber de él nuevamente. Él también estaba estudiando en otro país y de ahí permití que nuestras conversaciones fueran cotidianas hasta el punto de hablar por llamada telefónica todos los días. Me pidió perdón por lo que hizo y me dejó saber que “era importante para su vida” y que en ese tiempo tenía pareja y por eso fue imposible tener algo conmigo.

Pasaron 2 años hablando por teléfono y llegó el momento en que él regresaría a Colombia y me dijo que haría todo lo posible por llegar a donde yo vivía para hablar, pero le dije que prefería verlo en Colombia el mes siguiente. El tiempo pasó y llegó el momento de verlo. Fue una felicidad absoluta. Él siempre fue la persona que quería en mi vida. A pesar de los años y los daños siempre lo quise.

Esa noche salimos a comer y lloró pidiendo perdón, pero no había nada que perdonar. Simplemente entendía toda la situación. Regresamos a su lugar de estadía y tuve miedo de estar con él sin preservativo, pero al final terminé aceptando.

Llegó el momento de salir a ver a mi familia en otro lugar y estuvimos hablando por dos días más. Habíamos quedado en que él vendría donde mi familia. Sin embargo, al final de la tarde del jueves nunca volvió a responder a los mensajes y nuevamente esa sensación extraña de por qué me buscó, por qué me volvía a hacer lo mismo.

Estaba herido, enojado y confundido me sentía muy mal por creerle y por haber confiado en él. Regresé a mi país de residencia y 3 semanas después noté cambios en mi cuerpo, unas pequeñas manchas en la piel y días posteriores tenía fiebre, dolor de garganta y dolor de espalda. Sentía que mi cuerpo estaba peleando con algo y el 26 de octubre fui a hacerme una prueba de Elisa. Debía de esperar un fin de semana largo para que me dieran el resultado, hasta que llamé al laboratorio y contestó la recepcionista, ella me dijo que esperase un momento. Mientras esperaba, sonaba una melodía de fondo y esperé por 30 segundos a lo cual ella me dijo que mis resultados eran positivos y que tenía que volver para hacerme una prueba confirmatoria ese día.

No sé cómo pude ir hasta allá, pero lo hice y me realizaron un segundo examen. Le escribí a él y me dijo: “sólo haces esto para saber de mí, estoy sano, bye”. Después de mi diagnostico pasé meses terribles en negación, tratando de perdonarme, de buscar respuestas a mi pregunta, pero no las encontraba. Además, el medicamento tenía efectos secundarios que me hacían deprimirme aún más, al ver a mi cuerpo cambiar por mi culpa.

Poco a poco el tiempo fue sanando mi mente y después de 2 años y algunos meses puedo decir que mi diagnóstico no está conmigo presente, es solo parte de mí, pero no lo recuerdo.

Deja un comentario

Redes sociales

¿No quieres perderte nada?
Síguenos en todas las redes

Gilead
MSD
ViiV
Gilead
Janssen
MSD
ViiV Healthcare
Abbvie
Abbvie
Abbvie
Abbvie
Gilead
MSD