El diagnóstico no cambiará mis planes

Parce

Llevo una vida sexual activa desde que era muy joven. Trataba de cuidarme al máximo siempre, pero a veces aparecían personas que parecían de confianza (que equivocado estaba) y por eso veía el VIH como una posibilidad algo lejana.

Aun así, recurrentemente trataba de hacerme el examen [del VIH] con la ansiedad y temor que eso me generaba. Era un verdadero alivio que me entregaran los resultados y que todo estuviera bien. Pero mi vida cambió hace un mes, cuando recibí el diagnóstico de que era VIH positivo. No sé en qué momento me pude haber contagiado, mi principal síntoma fue un problema gástrico que no podía controlar por más medicamentos que tomara. Eso duró un año. Hasta cuando enfermé, en octubre, pensé era la COVID-19, pero el resultado arrojó negativo. Pese a todo me enviaron a hacer exámenes de sangre y fue ahí donde me enteré.

Fue una noticia que me dejó en shock, no sabía qué hacer, qué decir ni con quién contar. El día que me entregaron el resultado me acompañó mi hermana, pues pensé que solo me lo entregarían y ya, como había sucedido anteriormente. Pero esta vez fue diferente, veía mucha demora en la entrega. Me llamaron a un lugar aparte y me dijeron que había salido alterado y que era necesaria otra prueba. No sabía con qué cara salir y decirle a mi hermana lo que estaba pasando. Todo pasó tan rápido…

Una vez salí del consultorio, tenía mi corazón a mil, temía que ella fuera a reaccionar mal, apenas pude hablar y decirle en voz baja "el resultado del VIH salió alterado". Ella guardó silencio hasta cuando llegamos a casa. Solo me abrazó y me dijo que fuera cual fuera el otro resultado me apoyaría en todo. Fue un momento donde pude reducir mucha tensión y pude tener algo de paz. Ese mismo día decidí contárselo a mis padres, que viven en otro lugar.

Inevitablemente ha sido un golpe muy duro para todos. Pero gracias a Dios he recibido el apoyo de mi familia y con eso me basta y me sobra.

Actualmente soy un joven de 26 años viviendo tal vez dos de mis mayores miedos: el temor del contagio y el temor de cómo lo tomaría mi familia. La próxima semana tengo mi primera cita de control donde iniciaré mi tratamiento antirretroviral. Soy consciente de que lo que hice fue una gran irresponsabilidad y falta de amor propio. Pero no permitiré que un diagnóstico cambié mis planes, por el contrario, esto me ha enseñado a amarme mucho más, a cuidarme y cuidar a otros y, sobre todo, sé que las personas que siempre estarán ahí cuidando de mí serán mi familia.

Tengo muchas ganas de seguir viviendo, siguiendo las recomendaciones de los especialistas. Tomando correctamente los medicamentos y cuidando mi bienestar mental haré que sea YO quien domine el virus, no el virus a mí.

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