Soy un abogado de 29 años, una persona que se caracteriza por ser fuerte emocionalmente, por buscar lo positivo de la vida y por entender que nada es tan grave como para perder la paz o la tranquilidad. Sin embargo, no es sencillo. No es fácil entender que existe algo en tu cuerpo que está debilitándote. Sin lugar a dudas todo esto hace que reevalúes absolutamente todo, pero gracias a Dios, hoy, 20 días después del diagnóstico, entiendo que es una enfermedad llevadera, cuento con unos padres y hermanos que me aman y cuidan, que me han entendido y apoyado en esta situación.
Mi pareja me súper-apoya y ama, me acompaña a las citas y me da todo el amor y comprensión del caso. Afortunadamente, sus exámenes salieron bien, mis amigos y algunos compañeros de trabajo me han llenado de aliento y amor.
Hoy no sé cómo será mi futuro, no sé cómo será el proceso ya estando medicado, solo sé que el amor en cualquier manifestación es la fuerza más grande y sanadora. Empecemos a amarnos tal y como estamos, asumamos con la valentía que se requiere este reto y sigamos viviendo con la tranquilidad de que nuestra felicidad no depende de un diagnóstico.
Ahora solo siento la necesidad de hacer saber cada vez a más personas sobre mi condición (VIH+) y de esa manera visibilizar esta enfermedad que es real, que le puede pasar a cualquiera y que no es un obstáculo para vivir feliz. Tenemos que desmitificar esta condición médica y empezar a luchar por lo que más amamos.
¡Somos fuertes y lo podremos llevar!