Mi relación con mi ex duró trece años y medio hasta que no aguante más. Mis dos hijos escogieron marcharse con él y eso me destrozó el alma, por eso me refugié con mis amigas en la cafetería. Allí conocí a una persona que era el guardia jurado que cuidaba del jardín. Yo siempre me había dedicado a mi familia y nunca creí que pudiera pasarme nada malo y sí, a mí me tocó. ¿Por qué? No lo sé, sólo sé que estoy infectada y no me ha durado mucho mi libertad. No es justo, estoy encerrada en un cuerpo que la gente rechaza, que yo rechazo. Me quedé sin hijos, los cuales no desean verme, mi vida es un desastre, y mi ex no permite que me acerque a ellos porque les habla mal de mí. Estoy sola en mi casa, con 34 años pensando si es bueno vivir o no. La soledad es muy mala.
Siento que deseaba tanto mi libertad que ésta se convirtió en un castigo, pero vivir así no podía. Y una vez que conozco a alguien me infecta por no “ponérselo” y también me castigo por no obligarlo. Fue visto y no visto, pero luego resulto que no tenía. Ya he aprendido la lección. Me infecté en abril de 2006 y en noviembre lo descubrí. Era la sorpresa que él me tenía guardada y lo peor de todo fue que me echó la culpa. Aunque era imposible que fuese yo porque se lo dije a mi ex y él dio negativo. Todavía no estoy recibiendo ningún tratamiento y me da miedo recibirlo (como si fuéramos coballas). Siento que me han quitado toda la ilusión de vivir, no puedo salir porque no deseo ilusionarme o enamorarme.
Soy una persona muy directa y no me gusta engañar ni jugar con los sentimientos de la persona que me pueda enamorar y ver en su rostro una mirada de asco, desprecio, un rostro que nunca podría olvidar. Por eso me abstengo de salir porque me duele ver a parejas que son tan felices y yo nunca lo seré ya que me quitaron las alas para volar. Nunca más seré la misma, lo perdí todo hasta la posibilidad de ver películas románticas en las que todo es tan bonito y sin embargo mi vida es tan horrible que la odio. Por muchas charlas que me den nunca volveré a ser la chica alegre que brindo por su libertad.
Si vosotr@s podéis vivir con el VIH, os admiro, yo no puedo. Este maldito virus no lo asimilo, me está quitando la vida poco a poco y ha llegado un extremo en que sólo deseo desaparecer de este mundo porque no tengo nada que me motive para seguir adelante. Éste es un relato de una chica que cometió un error para toda la vida y siempre en un pueblo pequeño. Nunca tendré una oportunidad, pero no quiero inspirar lástima porque eso es lo que veo cuando me miro, pero no lo quiero ver en el rostro de la gente ni en cartas. Gracias, éste es mi testimonio, el de una persona que confió y no pensó que podría tocarle, pero también fue su error no ir preparada.
La primera vez que fui con un hombre diferente cambió mi vida para siempre. Hasta la muerte.