Testimonio: Desde la responsabilidad y la madurez

Pedro

¡Puf! "LLoraba" por las esquinas y, perdido por la ciudad, acabé en una iglesia pidiéndole a la Virgen de los Dolores que no hubiera transmitido el VIH a mi mujer. Ella no tenía culpa de mi vida irresponsable y golfa.

Gracias a Dios, ella no lo contrajo. No hubo reproches, solo silencio y su mirada perdida en el horizonte mientras averiguábamos los resultados. Me dejó, ya estaba enamorada de otro. Seguí adelante con mi enfermedad y rehabilitación.
 
No me he informado mucho sobre el tema, únicamente me puse en manos de un médico excelente que me ha ayudado mucho a darme cuenta de que la enfermedad que tengo es crónica, que me puede permitir llegar a viejo y ver a mis hijos crecer y hacerse mayores.

Lo compartí con mi familia, con mis amigos más cercanos y mis compañeros de terapia, y me he sentido aceptado, ayudado, comprendido y respetado.

Tengo miedo al rechazo social, a decírselo a la chica que me gusta y que no me acepte, a que cuando lo sepan mis hijos me juzguen por la vida golfa que he llevado, a transmitir una enfermedad grave y a que mi sistema inmunitario no sea capaz de salir adelante.

Todos los días le doy gracias al Señor por pemitirme vivir un día más y por todo lo que he conseguido hasta ahora: recuperar las riendas de mi vida y rectificar a tiempo. Desde aquí, quiero deciros a todos que no sabemos lo fuertes que podemos ser hasta que no nos vemos en "el fango", llenos de mierda hasta el cuello, hundidos en las vergüenzas, arrepentidos de los errores, "heridos de muerte" por las irresponsabilidades… y queriendo vivir.
 
Ahora, orgulloso de mí, salgo adelante con mis miedos y mis vergüenzas, pero satisfecho de haber hecho lo que debía: cuidarme. En este momento tomo Atripla y tengo carga viral indetectable, es decir, no puedo transmitir el VIH. Hago una vida sana, no bebo, no consumo drogas, hago deporte y me cuido con una alimentación equilibrada y una vida organizada.

Disfruto el día a día, de los pequeños detalles que hacen la vida enriquecedora y digna.

Después de más de dos años, ahora grito a los cuatro vientos que el VIH "tiene solución", pero que ésta pasa por aceptarte como seropositivo, por perdonarte tus errores y aprender de ellos.
 
Ahora os digo que todo depende de vosotros, de cómo afrontéis el problema desde la responsabilidad y la madurez, para vivir dignamente. Os recomiendo a todos que seáis responsables, que os mediquéis, que no os dejéis llevar por el abismo del desconocimiento.

El problema no es lo importante, lo importante es cómo lo afrontéis.
 
Gracias por publicarme y permitirme compartir mi historia desde la humildad.

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