Estuve ingresado alguna vez, pero solo para hacerme pruebas. A los 30 años decidí hacer un proceso de rehabilitación y me fui a hacer unas analíticas. Cuando fui a buscar los resultados, el médico me dijo que cómo podía estar andando por la calle y haciendo vida normal, dado que mis resultados indicaban que estaba a 10 de defensas y que tenía las plaquetas por los suelos.
Inmediatamente me ingresaron en un hospital. Me recuperé, me subieron las defensas, alcancé la carga viral indetectable y me rehabilité. Al tener el VIH, me escondía en el trabajo, salía fuera a trabajar y compartía habitación. Tenía que esconder la medicación [antirretroviral] al compartir piso. Quizás, una vez, unos compañeros de piso se enteraron [de la medicación que tomaba] y sentí un rechazo inmenso.