Me lo diagnosticaron en el primer análisis de embarazo, sin saber que lo tenía -por mí expareja, seguro, y por confiar, acá estoy-. Planeé ser mamá durante un año y medio, y cuando me dijeron que tenía el VIH, mi mundo se derrumbó. Lo primero que pensé fue en mi bebé, qué iba a pasarle, si se lo podía transmitir. Yo quedé como en segundo plano.
Mi mundo cambio ese día 24/08/20. Gracias a Dios siempre tuve el apoyo de mi [actual] pareja, que es negativo [al VIH]. Fue todo un proceso muy duro. Lloré noches y días, me encerré, no quería saber nada de nada, pero estaba mí bebé; por él seguí. Hoy mi bebé ya está conmigo. Fue muy duro no darle el pecho, ir a cesárea por protocolo, llenarme de medicamentos para no transmitírselo.
Hace unos días me dieron el resultado de que mi bebé es negativo [al VIH] -hice bien el tratamiento-. Eso me ha puesto muy feliz, pero ahora tengo que seguir con mi medicación, seguir siendo fuerte por mi hijo y con mi pareja, que es un amor de persona. Para mí es muy duro todo esto y vivir con el VIH no es fácil. Los pensamientos negativos te invaden, el cansancio por los medicamentos está siempre, da ganas de dejarlo, pero sé que es peor para mí a la larga. Y no quiero que mi hijo me vea mal nunca.
Ojalá está enfermedad de mierda no existirá, pero bueno. Hay que tener fe. Nada más.