Tengo una vida sexual activa desde los 18 años. Digo activa por no decir promiscua, pues a pesar de que en algún momento llegué a tener una pareja estable, siempre he sacado los pies del plato y cedía ante cualquier oportunidad de tener sexo casual con otros hombres.
Fue muy difícil para mí recibir la noticia de que tenía el VIH. Jamás en todo este tiempo me hice la prueba de Elisa por temor a escuchar la verdad y no querer afrontarla. Me decía a mí mismo: “no puedo estar infectado, si a otros no les pasa nada y son igual o más liberales que yo, ¿por qué a mí me tendría que pasar?”.
Nunca presente síntomas de la enfermedad ni ningún indicio de que podía estar infectado. Es por ello que seguí y seguí con mi vida normal y evitando siempre hacerme esos análisis. En mi subconsciente no quería escuchar la verdad, tenía mucho miedo.
Pero llegó el día en que, por razones de salud, el doctor me mandó hacerme la famosa prueba. Cuando me dijo que era necesario hacérmela, sentí un gran temor, unas ganas de salir corriendo, ¿qué hacer? No quería hacerme ninguna prueba tenía mucho miedo, pero era necesario para poder tratar mi salud.
Recuerdo que con mucha angustia fui al laboratorio acompañado de mi mamá. No le había comentado nada, solo le dije que me haría unos análisis de sangre simples. Tenía mucho miedo del resultado. Recuerdo que el laboratorio demoró mucho en dar la respuesta y ahí fue cuando decidí contárselo a mi pareja y decirle que me estaban mandando la prueba del VIH.
Gracias a Dios mi pareja siempre estuvo conmigo, nunca me dejó ni menos me juzgó. Siempre me dio los ánimos y la fortaleza que necesitaba en ese momento. Estaba devastado, no quería escuchar la respuesta. Incluso le pedí que él viera los resultados por mí.
El día que me toco recoger los resultados, fui con él y nos entregaron el sobre. No quería leerlo, le pedí a él que lo hiciera. Yo ya temía lo peor puesto que me habían indicado que la respuesta del examen no podían ponerla en la Web sino que tenía que ser personal.
Estaba asimilando la noticia aún sin saber la respuesta. Cuando él abrió el sobre me dijo lo que yo no quería escuchar: había salido positiva la prueba del VIH, no podía creerlo era una mezcla de muchas sensaciones, de muchos sentimientos. Era algo inexplicable, solo atiné a llorar con él. Lloramos juntos y me dio todo su apoyo hasta el día de hoy.
En ese momento quería pensar que todo era un mal sueño, una pesadilla, un error del laboratorio. No quería aceptar la realidad. Actualmente, no lo voy a negar, aún me deprimo por ello y lloro en silencio por todas aquellas oportunidades que tuve para poder frenarme y que yo no acepté, seguí con mi vida libertina, yendo a saunas, bares y clubes a encontrar sexo fácil y sin protección, a quedar con hombres por redes sociales y acostarme con ellos sin el más mínimo cuidado, pensando que esto jamás me podría pasar a mí. Sentí una gran decepción de mí mismo.
Aún no se lo he contado a mi familia, ni a nadie de mi entorno. El único que sabe es mi pareja, que es el único que me está apoyando moralmente en esta lucha, además de asistir y seguir mi tratamiento, el cual ya llevo una semana prácticamente de haber empezado.
Felizmente mis niveles de CD4 no están tan bajos y los doctores dicen que siguiendo el tratamiento podré bajar mi carga viral a indetectable. Esto me ha ayudado a leer e informarme más sobre esta enfermedad, y el hecho de poder compartir mi experiencia con otras personas, para decirles que no tengan miedo a hacerse la prueba, que es mejor saber. Si has tenido alguna relación de riesgo, es obligatorio que te hagas una prueba de Elisa, porque no solo te estás cuidando a ti, sino que estás cuidando a los demás.
Ahora que tengo esta enfermedad siento una gran responsabilidad –no sólo conmigo mismo, sino con el resto– de poder llevar mi historia para que la conozcan y compartirla y hacer ver que esto nos puede pasar a cualquiera, que tenemos siempre que cuidarnos más que a nada, que no podemos echar por la borda nuestra vida solo por un momento de placer.
Muchas gracias por leer mi historia, que tengan un buen día.