Testimonio: Con una esperanza de vida

Mara

Cuando recibimos los resultados, mi compañero abrió el sobre primero y se puso muy contento. Me lanzó el sobre en mis piernas y me dijo: "Estarás tranquila, te dije que no podía ser eso". Su alegría terminó cuando le dije que mi resultado era positivo. No me creyó, me arrebató el sobre y me dijo que era un error. Nos fuimos a casa, con nuestra hija de dos años. No comenté nada en todo el camino. Cuando llegaba, me bajé del coche y le dije a él que se fuera y que se llevara a la niña. Entré en la casa y me tiré de rodillas a llorar. Después de un rato, me puse más tranquila. Empecé a buscar información y me enteré de que debía hacerme una prueba confirmatoria. Un mes después, él se volvió a hacer la prueba ELISA. Yo, sin decirle nada, me hice el test de confirmación [Western Blot]. Mi pareja volvió a dar negativo y mi resultado confirmó que tenía el VIH en mi organismo. No le comenté nada ni tenía intención de decírselo jamás, porque me había enterado ya de todas sus infidelidades, estaba confundida y aún lo estoy. Él no tenía VIH y yo sí. ¿Por qué? Es algo que todavía no consigo entender. Temía que se alejara de mí o que quizá se quedara por lástima.
 
Por mi cabeza pasaban mil cosas, hasta pensé que podía dejar a mi hija tan pequeña. No aguanté más de ocho días y le conté la verdad a mi pareja. Esos días me sirvieron para pensar y tranquilizarme. En ese momento, ya me hicieron la prueba para saber el recuento de CD4. He estado acudiendo a un médico particular. Ahora sé que tengo que dirigirme a una institución para ser atendida y recibir tratamiento adecuado. Sé que soy portadora. Me ha dolido en el alma lo que me pasa y más aún por las condiciones en que se da. Me hago a la idea de que si él se queda conmigo es para apoyarme, que es así, y que si no, también. Sé que tengo una razón para seguir adelante. Yo misma veo ahora el VIH como una enfermedad cualquiera y, hasta cierto punto, no tan mala, pues tengo "esperanza de vida". Sé que con el tratamiento así va a ser. En cambio, otras enfermedades no te avisan ni te dan la oportunidad de recibir un tratamiento.
 
Aún tengo muchas dudas, y no niego que, de repente y a veces, intenta apoderarse de mí la depresión. Tengo miedo al rechazo de la sociedad. A la única persona que he confiado mi situación de mi entorno es a mi madre.

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