Testimonio: Con sueños y deseos

Karina

Mi madre falleció cuando yo tenía 9 años y mi vida continuó al lado de mi padre y mis hermanos, que lo son todo para mí. Yo me enteré de este mal cuando tenía unos 11 años y me quede algo anonada, ya que en ese entonces no sabía el significado de esa enfermedad. Sólo pensé: ‘VIH = muerte’, quizás por la edad y el pensamiento inmaduro, pero con los años me di cuenta que no es así, porque si nosotros queremos algo lo conseguimos. Yo elegí vivir y mirar la vida de forma diferente. Sigo mi tratamiento y tengo fe en que algún día encontrarán la cura. No hay por qué detenerse y agachar la cabeza, ya que somos personas con sueños y deseos como todas las demás, solo es cuestión de saber sobrellevar la infección.
 
Algo triste que me sucedió, aparte de la muerte de mi madre, fue que a los 16 años conocí a una persona a la que llegué a amar demasiado y, depositando mi confianza ella, le conté lo que me pasaba cuando ya llevábamos 8 meses de relación. Al principio, él se sorprendió, pero luego me dijo que no le importaba, que me quería. En ese momento sentí una felicidad tremenda. Duramos 1 año y 11 meses, ya que a medida que fue pasando el tiempo, me di cuenta de que había algo diferente en él, ya no mostraba ese mismo interés por mí. No sabía qué hacer, ya que cada vez que me sucedía algo me quedaba callada.

Muchas veces resulta esencial la presencia de una madre, ya que ella te da la seguridad y el amor que necesitas, pero en mi caso no era así y no tenía mucha comunicación con mi padre. Bueno, como todas las parejas pasamos por muchos problemas y tratamos de solucionarlos, pero finalmente fue inútil y, como dicen, las palabras y las promesas se las lleva el viento. Él me prometió estar siempre a mi lado y muchas cosas más, pero no fue así. Él tomo la decisión de terminar conmigo por temor de infectarse. Después de tantas cosas que pasamos, sentí una desilusión tremenda, fue como si el cielo se derrumbara en ese momento, como si me ahogase.
 
Pasé varios meses así, triste y deprimida, hasta que me di cuenta de que mis defensas iban bajando. Parece mentira pero uno puede seguir su tratamiento al pie de la letra, pero la depresión mata y disminuye las defensas. A veces me despertaba pensando qué había hecho yo para tener esta enfermedad. Lloré muchas noches hasta que una decidí hablar con alguien. Necesitaba hablar con alguien, porque ya no podía seguir así y fue cuando cerré los ojos y le pedí a dios que me ayudara a ser fuerte y a sacar de mí esta tristeza tan grande que sentía.
 
Luego comprendí que uno no debe estar mal por nadie. Si esa persona se fue o te abandono, se lo perdió porque sé que valgo demasiado para destruir mi vida de esa manera. Sé que un día encontrare a la persona indicada que me ame sin medida y que esté siempre a mi lado, pero si eso no llega a suceder, sé que de todos modos no voy a estar sola porque tengo a dios y a muchas personas que me quieren y no debe importarme lo que los demás hablen de mí: sé lo que soy y lo que valgo.
 
Nunca se rindan por más grande que sea ese obstáculo. Cuando se caigan, levántense y vuelvan a intentarlo. Verán que podrán superarlo. Bueno sólo quiero decir que espero que las personas que lean esta parte de mi historia la entiendan y les sirva.

Mis más grandes deseos para todos. GRACIAS      

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