Ahora llevo 16 años y 3 meses con el bicho. Me infecté por mi inclinación bisexual mientras estuve con mi novia durante 7 años aproximadamente. Ella "me puso los cachos" con otro tipo y desapareció sin dejar rastro. Como la quería bastante, por la misma rabia y engaño en que me vi, opté por estar con un tipo que me gustó bastante. Comencé a quererlo y a hacer cosas que no había hecho. Después de estar dos meses con él, me dio por comentarle que nos hiciéramos la prueba del VIH. Él aceptó sin demasiados preámbulos y optó por hacérsela primero en la Cruz Roja de mi ciudad. A los ocho días, le dieron el diagnóstico que era seropositivo. Por este motivo, yo también me hice la prueba temiendo lo peor, pero el resultado dio negativo. No obstante, en adelante y por recomendación profesional me efectuaron otras tres pruebas periódicas a sabiendas de que estuve expuesto al estar con mi nueva pareja.
No lo pude dejar solo, a pesar de que él me pidió que lo dejara y que me cuidara. Continué apoyándole e incluso me fui a vivir cerca de él, ya que vivía con su familia.
Mi diagnóstico de seropositivo fue tras nueve meses: como quien dice, me confirmaron "mi parto del bicho". Siempre he tenido valentía para afrontar las dificultades que se me han presentado y por esto no me iba a amedrentar ni a decaer tan fácilmente. Así pues, seguí navegando solo, sin que nadie de mi familia se enterase; únicamente tuve el apoyo incondicional de la mamá de mi pareja, quien sí se enteró de todos los pormenores. Por lo demás, me volví a encontrar algunos días con mi ex-novia y tuve sexo con ella, esta vez con protección, y conocí a mi hijo, que ya tenía dos añitos, pero al que no quise reconocer por temor a hacerlo sufrir.
Pasaron aproximadamente 4 años hasta que me decidí a contarle a mi familia mi diagnóstico, pues me sentía solo: mi compañero ya había fallecido hacía cerca de un año. Por otra parte, también tuve sospechas de que mi hermano menor estaba infectado, lo que al fin se confirmó. Mi familia me apoyó y aceptó mi problema.
Siempre he sido muy valiente y "echado pa’ lante". Estuve 13 años sin tomar medicación y con muy pocos problemas de salud, a diferencia de mi hermano. Él sí ha estado muy mal y a punto de tirar la toalla. He estado siempre apoyándole y cubriéndole parte de sus gastos, ya que él no ha sido capaz de afrontar la situación.
Hoy en día, ya estoy medicado y viviendo con mi hijo –quien sabe desde hace tiempo mi diagnóstico– y sin su mamá. Ella quiso vivir conmigo, pero por interés y con mucho engaño, quitándome los ahorros que tenía. Pero no me pudo quitar a mi hijo ni mi valor para seguir afrontando esta vida que llevamos. Actualmente, la mayor parte de mi familia y de la gente más allegada a mí están enterados de lo mío y mis pormenores. Me dan muchas fuerzas para continuar, a pesar de las dificultades en que me sigo encontrando y de que aún continuo en berraquera.
Por ello, aconsejo a tod@s que "no den papaya al bicho" y a mantenerse siempre, a continuar la batalla teniendo fe en Dios, quien nos ilumina dándonos siempre otra oportunidad para seguir adelante.
Bogotá (Colombia)