Al salir la doctora, entró mi mamá llorando: ya se lo había dicho la especialista. También yo comencé a consolar a mi mamá diciéndole que, hoy en día, ya no es una enfermedad mortal.
Esa noche se quedó mi hermano conmigo en la clínica, dado que mi mamá se fue a casa a hablar con mi papá. Muy temprano por la mañana, recibí una llamada de mi mamá para saber cómo estaba yo y, antes de colgar, me dijo: "No te preocupes hijo que nosotros te apoyaremos", palabras que entraron en mis oídos como una brisa fresca.
En el transcurso de la mañana, llegó mi papá al centro sanitario. Cuando entró, sentí que se me paraba el corazón, pero regresó mi alma al cuerpo cuando me dijo que no era ni el primero ni el último, y que me apoyaría y ayudaría en todo. Me abrazó en ese momento. Una sensación de tranquilidad invadió mi cuerpo y mi mente. Ese día me dieron el alta y, de inmediato, fuimos a la consulta de uno de los mejores inmunólogos de la ciudad. Fue de mucha ayuda para mis padres, ya que terminaron de entender que tener el VIH no era una sentencia de muerte. Entonces, yo aún estaba en estado de shock.
Al salir de la consulta, mi papá convocó una reunión familiar para comunicar la noticia al resto de mis hermanos. En ella hubo llantos, lamentos y me hicieron saber todos que estaban conmigo. Al reaccionar, comencé a tener fuertes ataques de ansiedad y estuve tres noches sin dormir, hasta que decidimos ir a un especialista, el cual me ayudó mucho. De ahí en adelante, todo fue muy rápido.
Ya hace más de dos meses que recibí mi diagnóstico y llevo un mes tomando tratamiento. Confío plenamente en lo que me dice mi médico, que me asegura que viviré muchos años.
En ese período, comencé a salir con una persona a la que comuniqué mi situación para que decidiera. Y aquí estamos: informándonos de todo lo necesario para tener una vida de pareja lo más normal posible y sin que él salga afectado. No voy a negar que es difícil; el miedo se apodera de mí, pero trato siempre de pensar en positivo.
Gracias a Dios, en mi país tenemos acceso gratuito al tratamiento y tengo mucha fe en que lograré una vida llena de metas alcanzadas, plena y feliz.