La primera vez me engañaron diciéndome que la sangre se había coagulado, pero era para poder tomarme la segunda muestra días después. Bien, el día en que tenía que reclamar los resultados iba muy tranquilo y seguro de que no tenía nada, pero fue al contrario: di positivo al VIH.
Cuando el médico me dio la noticia me derrumbé, el mundo se me cayó bajo mis pies. El doctor enseguida llamó a mi hermana, quien fue a la consulta sin saber lo que sucedía. El médico le contó que tenía VIH. Ella lloró, me abrazó y me dijo que juntos saldríamos adelante. Me expresó que siempre me apoyaría.
Pese a que me quería morir, el doctor nos explicó que el VIH ya no es sinónimo de muerte, que hoy en día es muy diferente. Eso nos tranquilizo un poco. Mi familia al completo se enteró y se preocupó por mí bastante.
Estoy feliz porque aún no necesito tratamiento, ni siquiera medicamentos, nada de eso. Me siento como si nada; además, estoy enamorado. Soy gay, tengo 19 años, y amo a un chico que conocí en el trabajo. Él también tiene 19 años. Le amo pero no sabe mi condición de seropositivo. Temo decírselo, tengo miedo de perderle.
Me encuentro en ese dilema y no sé que hacer. En general, llevo una vida muy normal.