Juventud, sueños, familia, pareja y otras cosas más perdí al enterarme de que era seropositivo; y también intenté suicidarme: me corté las venas.
No fue nada fácil para mí y para muchas personas de esa época y que hoy en día ya no están. Claro que no; en esa época no se sabía casi nada del virus, simplemente se creía que el VIH mataba, por la propia ignorancia y la falta de recursos a nivel mundial para poder frenar el avance de la pandemia. Los pocos supervivientes de ese siglo y de este otro podemos dar las gracias a todos aquellos profesionales que dedicaron -y siguen dedicando- su tiempo a descubrir o al menos a intentar en días, meses y años encontrar una cura para esta enfermedad.
Te dará miedo cuando te digan que eres portador y es lo más natural del mundo. Asimismo, puedes perder amigos y familiares, pero se debe a la ignorancia propia y ajena. Eso sí, únicamente está en ti el evitar que el virus te quite los sueños, o que te aleje de tus seres queridos, ya sean familiares, amigo/as o tu pareja. Sé tú el primero en convertir la ignorancia en una nueva forma de convivir con el VIH día a día.
Ya he perdido la cuenta del tiempo que llevo conviviendo con el virus. Te puedo decir que la fe es lo último que se pierde, al margen de que seas creyente o no.
Cuando te hablo de fe, me refiero a la fe en ti y en los seres queridos que te echarán una mano cuando menos te lo esperes, y también en las personas desconocidas que dejarán de serlo. No me veas como un ejemplo de superviviente: todos/as somos iguales frente a este virus, pero todo/as junto/as somos más fuertes, de eso estoy seguro.
Te animo, querido lector, a que te sientas como yo en esos momentos de debilidad, porque los tengo, pues también los tendrás tú. Somos seres humanos, pero también nos debemos sentir y comprometernos a ser fuertes y renacer como el Ave Fénix. Así me siento hoy en día.
Sólo tú decides si quieres volar hacia otra oportunidad de convivencia positiva.
Un beso y abrazos a todo/as.