Ahora pude superar el asco al sexo, pero desde entonces solo he podido darme cuenta de que puedo alegrarme por quienes consigan enamorarse pues para mí el amor está totalmente cancelado en mi vida. Solo he encontrado que todos mienten, que nadie es sincero, empezando porque la persona que me transmitió el VIH era alguien en quien yo confiaba y pues no puedo estar con nadie por temor a que puedan andar comentándolo o que me engañen de nuevo. Ya bastante tuve.
Antes, cuando no tenía el VIH, pensaba que las personas seropositivas merecían encontrar a alguien que las amasen, pero ahora que estoy de este lado me doy cuenta de que es casi imposible que pase eso. Terminé rechazando a todo aquel que me dijera que quería algo serio porque pienso que en cuanto sepan lo que tengo se irán, o creo que podría infectarlos (por más que tome mi tratamiento), que no pueda darles la vida amorosa sexual plena que necesitan.
Ahora veo que era muy fácil decirlo cuando estás sano, pero una vez dentro ves lo difícil que es y que es mejor quedarse solo por siempre, aunque tengas que ser frío para decirles que no quieres una relación, aunque he sentido un gusto grandísimo por algún pretendiente antes, pero es mejor que nadie arriesgue su salud por estar con gente como nosotros. Aunque digan que no, el derecho a amar y ser amado ya se perdió, es el precio por seguir vivos, puedes aún caminar por la tierra, pero condenados de por vida.
En base a eso juré nunca más estar con nadie, no enamorarme ni dejar que nadie se enamore de mí y cumpliré mi palabra hasta el día en que tenga que morir. Tal vez no sea una historia como tal, pero solo quería compartir mi experiencia.
