Mientras miraba la vida pasar, alguien se cruzó en ella, alguien que de nuevo me hizo sentir aquello que tanto extrañaba. Conocimos nuestros pensamientos, nuestra voz y, finalmente, nuestro físico. Es ahí cuando tuvo el valor suficiente para confesarme que era seropositivo.
Hacía poco más de un mes desde que se lo detectaron: Eso incrementa más su valor, contando que tuvo que pasar su propia fase de aceptación de la enfermedad. Vi que sus ojos se llenaron de lágrimas y sentí su dolor del momento. Pero pronto cambió esa situación, cuando mi respuesta a su confesión no fue otra que la de aceptar su vida tal cual era, asumiendo mis miedos -hay que ser realista-.
He de decir que nuestra vida sexual es increíble, al igual que todo lo que comparto con él, pero mis miedos y dudas también invaden mi cabeza. He tenido momentos en que he sentido miedo de verle sufrir, pensando en lo que le podría pasar, y siento temor a que se aparte de mí cuando sea más consciente de todo, pero nunca miedo por la infección, ya que, para ello, obtuve la información necesaria a fin de evitar riesgos.
A veces, me gustaría hablar con mi compañero de todo este tema, pero para él es demasiado pronto todavía.
Me gustaría dar las gracias a todas las organizaciones por aportar toda la información necesaria sobre la infección a mucha gente, incluido yo. Con ello, afrontamos el VIH con total normalidad, pese a no ser seropositivos.