Lo cierto es que después de tres años de su muerte, se me manifestó a mí la enfermedad. Considero que he sido fuerte para afrontarlo, pero hay momentos en que me siento atrapado, dentro de una esfera que me hace diferente a los demás.
Comprendo a veces las vidas de otros con el VIH, que no cuentan con apoyo ni medios económicos. Que dios los bendiga y puedan seguir adelante.