Testimonio: A tu manera y feliz

Mercy

Tengo 36 años y, en el año 1990, me diagnosticaron el VIH cuando di a luz. En 1998 comencé el tratamiento anti-VIH, porque, al no tomarlo durante ese espacio de tiempo, me dio un infarto cerebral.

Ahora, me preocupo más por mi discapacidad –ya que ese infarto me dejó secuelas– que por el propio VIH. Aunque llevo el tratamiento a rajatabla, claro.

Estoy muy feliz porque, con mi esfuerzo, cada día lo aprovecho al máximo. Así que, aconsejo (con permiso): toma el tratamiento desde el principio, aunque dudes, te de asco y pienses que no; evitarás muchos disgustos y, a la larga, aprenderás a vivir no normal, sino a tu manera y feliz.

Tengo una hija maravillosa y sana, y todavía pienso tener otro hijo, trabajar, viajar y hacer las cosas que me pide el cuerpo, y la mente.

Suerte y gracias por estar ahí.

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