Ella me dijo que quería ir al médico conmigo para saber la razón de la pérdida de peso. Cuando fuimos a la clínica, me hicieron el chequeo normal y me mandaron hacerme unos análisis de emergencia. Yo estaba lejos de la realidad que me esperaba, pero mi madre sospechaba lo que venía.
Luego de hacerme los análisis, nos fuimos a la casa. Al siguiente día mi madre fue a buscar los resultados y en ese momento ella supo que no estaba equivocada. Cuando regresó a casa le pregunté, pero ella no sabía cómo decirme el diagnóstico. Pero después de unas horas, me sentó frente a ella y me dijo que tenía el VIH. En ese momento sentí que mi mundo se detenía, sentí como la tierra se abrió bajo mis pies.
Fueron muchas emociones, lloré, pero mi madre me abrazó y me dijo que eso no era el final. Luego de ir al centro donde dan los medicamentos, llegando a ese lugar me sentía muy débil y justo frente a esa clínica perdí el conocimiento y me desmayé. Pasaron 5 días en los que estuve en coma, los médicos pensaban que no podría salir vivo, pero desperté gracias a dios y dure 17 días más interno. Perdí la movilidad de las piernas, pero 3 meses después pude volver a caminar. Mi madre nunca se apartó de mi lado, siempre estuvo dándome ánimos y pude seguir. Hoy llego casi 10 años con la condición [VIH+].
Quisiera decir que es fácil, pero no lo es, aunque mi familia está siempre conmigo. Desearía poder encontrar a otra persona que sea gay al igual que yo y con mi misma condición y poder tener una relación estable. Siento que me hace falta esa parte para ser más llevadero el proceso. Muchas veces llegan personas, pero viven en otros países y se les dificulta viajar. Si yo tuviera los medios económicos, me iría a otro país donde pudiera conocer personas con esta condición. Aquí es muy difícil encontrar a alguien que quiera algo realmente serio.
Estoy a punto de darme por vencido, me siento solo, ya no quisiera estarlo. Espero no haberles aburrido, les mando un fuerte abrazo desde la República. Dios les bendiga siempre.
