Al igual que much@s, la noticia fue impactante y movió miles de pensamientos en mi cabeza. Lloré durante más de dos noches. Mi madre y mi hermano no lo saben y no quiero contárselo. La razón es que sufrirían y se alterarían mucho más que yo, y eso sí sería grave para mí.
He creído en Cristo siempre; desde niño, lo he llevado en mi corazón y me ha colmado de milagros. Esta vez me ha puesto una prueba muy, muy difícil, pero en su nombre yo sé que puedo luchar y ser ejemplo de vida como muchos de ustedes –lo digo sinceramente– lo han sido para mí.
Desde hace poco sufro dolores musculares, de cabeza e inflamaciones en ganglios. Tengo miedo, aún no empiezo con el tratamiento y las consecuencias no sé cuáles serán. Pero espero estar en contacto con much@s de ustedes y hacer una gran cadena de amor y apoyo.
La vida es muy dura y ahora lo es más. Vivo a flor de piel cada momento y quiero seguir así. Tengo mucho por hacer y gente que me ama y me nececita.
Espero tener contacto con gente del mundo que VI(H)va con esto y, sobre todo, con latinos y mexicanos, ¿vale?
Gracias por su atención. Están en mis oraciones.
¡Ánimo!
Ahora sí… ¡hay que saber ser positivo!