Para que se produzca la transmisión del virus, éste debe penetrar en el torrente sanguíneo de una persona no infectada a través de una membrana mucosa, de una herida abierta o de una lesión en la piel. Si bien el nivel de riesgo varía en función del tipo de exposición al virus y de diversos factores concomitantes, las diferentes formas de transmisión pueden resumirse en tres grandes vías: la vía sexual, la parenteral o sanguínea, y la vertical (de madre a hijo).
En esta sección encontrarás información detallada sobre cada una de ellas, las prácticas que engloban y los diferentes riesgos asociados. Pero no todo es teoría, también podrás aprender distintos trucos y estrategias para reducir dichos riesgos, tanto si vives con VIH como si no.
Asimismo, podrás seguir de cerca la evolución de la polémica que se originó, a principios de 2007, cuando un panel suizo de expertos en VIH/sida sugirió que las personas con carga viral indetectable, en determinadas condiciones, presentaban un riesgo muy bajo de transmitir el VIH por vía sexual. Tanto en éste como en los demás apartados, nuestro propósito siempre es ofrecerte información fiable y actualizada para que saques tus propias conclusiones.
Otro tema del que nos ocupamos es el de la reinfección (la infección por una cepa o subtipo de virus distinto al preexistente). Te contaremos en qué consiste, qué consecuencias puede tener, con qué frecuencia afirman los estudios científicos que sucede y cómo puedes reducir la posibilidad de que ocurra.
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