La sexualidad es una vivencia que expresamos a través de nuestros pensamientos, acciones, creencias, deseos, valores, en nuestras relaciones interpersonales y, además, está influida por factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales, entre otros.
Al hablar de sexualidad saludable no sólo nos basamos en lo meramente físico y nos quedamos con la parte erótica o la prevención de enfermedades de transmisión sexual, sino que ampliamos el concepto a una visión integral del ser, teniendo también en cuenta los aspectos emocionales como los sentimientos y las emociones.
Para la doctora María de los Ángeles Lázaro Mora, del Centro Municipal de Salud Distrito Centro de Madrid, “la sexualidad saludable es la que te produce un bienestar físico, emocional y sentimental, en la que puedes disfrutar de tu pareja sin sentirte forzado; es estar en un ambiente adecuado, tener comunicación y, sobre todo -lo más importante-, estar informado para tomar las decisiones adecuadas y no tener miedo”. En este sentido, es fundamental recibir una buena educación sexual, conocer las vías de transmisión del VIH durante el sexo anal, oral y vaginal, y las infecciones de transmisión sexual; de este modo, actuarás con mayor libertad y menos angustia tanto tú como tu pareja, bien sea seropositiva o serodiscordante”.
La Dra. Lázaro anima a todas las personas con VIH a relacionarse sexualmente igual que las personas sin VIH, la única diferencia es la utilización del preservativo. “Cuando una persona recibe el diagnóstico se queda en estado de shock, le surgen dudas, miedo, culpa e irritación; en ese momento, es fundamental contar con la ayuda de un profesional que le disipe las dudas y le dé apoyo psicológico”.
También es muy importante -nos comenta la doctora- conocer y valorar el propio cuerpo, acariciarlo y mimarlo, ya que, en muchas situaciones, una persona seropositiva se puede sentir mal en relación con su cuerpo, porque no se siente bien físicamente debido a los cambios físicos asociados a la medicación antirretroviral o el propio virus, por una baja autoestima que lo lleva a no verse atractivo, por miedo al rechazo, por temor a transmitir el VIH a su pareja, a reinfectarse, entre otros. En esta fase, contar con la opinión de un médico o un especialista es muy recomendable.
En opinión de la Dra. Lázaro, “vivir con VIH no te impide que sigas enamorándote, teniendo sentimientos, emociones, disfrutando de tu sexualidad y de tu cuerpo, si practicas el sexo seguro”. Además, recuerda que somos seres sexuales y la sexualidad, cuando es practicada de un modo saludable, hace que aumente nuestra vitalidad, mejora la autoestima, hace que te sientas más alegre, contento, activo, y esto repercute de un modo totalmente positivo en tu salud.
Si quieres saber más:
Sachs, Judith. El poder curativo del sexo. Editorial Arkano Books.
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