Nutrición y VIH

Durante mucho tiempo la pérdida de tiempo fue un problema generalizado entre las personas con el VIH, especialmente en los primeros años de la pandemia. Actualmente, gracias a los tratamientos antirretrovirales modernos esto es menos habitual, pero sigue siendo un problema para algunas personas. No hay que olvidar que la pérdida involuntaria de únicamente un 3% del peso corporal puede aumentar de forma significativa el riesgo de sufrir complicaciones relacionadas con el VIH

Los problemas derivados de una pérdida de peso involuntaria no son irrelevantes y es aconsejable consultar este tema lo antes posibles para evitar problemas. 

Perder demasiado peso resultar peligroso, ya que reduce la capacidad del organismo para luchar contra la infección y recuperarse. Además, conlleva cambios de aspecto físico que también pueden ser motivo de insatisfacción para la persona. No obstante, el VIH no es la única explicación para una pérdida de peso indeseada. Por este motivo, lo primero que habría que hacer sería identificar la causa de dicha pérdida de peso, ya que puede constituir una advertencia de la presencia de una infección u otra afección, y a menudo es perceptible antes de que se manifiesten otros síntomas más específicos. En general, no es habitual que una persona con VIH pierda peso sin un problema médico subyacente, aunque esta infección puede contribuir de distintas maneras a que se produzca un adelgazamiento indeseado:  Falta de apetito, debido al estado emocional (depresión, angustia…), cándidas, náuseas y vómitos (lesiones en la zona, efectos secundarios de la medicación…), debilidad, fatiga, apatía, fiebre, que aumenta nuestras necesidades metabólicas.  

Las consecuencias de estas fisiopatologías incluyen: Pérdida de peso; disminución de proteínas circulantes y otros nutrientes: disminución de transferrina, proteína ligada al retinol, así como niveles plasmáticos de selenio, zinc y otros elementos; mala absorción, debido a diarreas.  

Algunas personas con el VIH (especialmente las que tienen más años) pueden experimentar una emaciación, o desgaste progresivo, debido a una pérdida de masa muscular. La pérdida de músculo se produce cuando el cuerpo se abastece de las proteínas para convertirlas en energía, en lugar de usar preferiblemente las grasas. Esto ocurre con mayor frecuencia en las personas con VIH debido a que las demandas energéticas del cuerpo aumentan de forma brusca durante períodos de enfermedad, o progresivamente por el estrés que el VIH causa en el organismo. Sin embargo, hay que señalar que algunas personas con VIH han experimentado una pérdida de masa magra pero no se ve reflejado en una reducción de peso debido a que al mismo tiempo experimentan un aumento en la cantidad de grasa corporal (debido probablemente a alteraciones metabólicas o anabólicas). 

Aunque menos frecuentes en la actualidad, algunos de los efectos secundarios relacionados con determinados antirretrovirales, como la diarrea y los vómitos, pueden ser la causa de que no se digieran y absorban adecuadamente los alimentos. 

Por último, una alimentación con insuficiente contenido en proteínas y micronutrientes ricos en vitaminas y minerales también puede contribuir a la progresión del desgaste y a la pérdida de peso. Algunos estudios han mostrado que, como consecuencia de la actividad permanente del VIH, el sistema inmunológico requiere energía adicional para producir nuevas células y ayudar a reparar los tejidos dañados. Ciertos órganos como el hígado y los riñones, también requieren de un mayor aporte energético para procesar los residuos tóxicos provenientes de los fármacos antirretrovirales consumidos diariamente.

Hay que recordar que las necesidades energéticas de las personas suelen ser mayores cuando están enfermas y la alimentación puede jugar un papel relevante para ayudar a que se produzca una recuperación lo más rápidamente posible. 

  • Es importante asegurarse de tener siempre comida disponible en casa. Los alimentos enlatados, los productos de larga duración y las comidas congeladas pueden ser útiles cuando te encuentres mal si no puedes salir.     
  • Tomar tentempiés a lo largo del día, o hacer comidas pequeñas y frecuentes, puede ser más fácil que hacer tres comidas principales. 
  • Es una buena idea tener a mano tentempiés llenos de energía para cuando no te encuentres bien, como frutos secos, queso y galletas. 
  • Las bebidas y los yogures desnatados fáciles de tragar también pueden ser una fuente útil de energía y calorías. 
  • Si sigues con problemas de pérdida de peso, es posible que necesites el apoyo de una persona especialista en nutrición que te proporcione un plan de alimentación adecuado o, en caso necesario, te aconseje complementos nutricionales que pueden ayudarte a aumentar la ingesta de energía si se encuentra muy mal. 

Puedes encontrar más información relacionada con este tema en: 

Aidsmap

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