En un gran estudio científico, conocido con el nombre de SMART, las personas que interrumpían por un tiempo el tratamiento tuvieron más riesgo de morir, de desarrollar infecciones oportunistas y de padecer problemas de corazón que aquéllas que siguieron recibiendo la terapia de forma continuada. En el SMART, los participantes hacían una pausa en la toma de su tratamiento hasta que sus recuentos de CD4 descendían por debajo de las 250 células/mm3. Entonces, lo reiniciaban hasta que superaban las 350 células/mm3, punto en el que lo volvían a dejar. Y así, de manera sucesiva.
Si, por el motivo que sea, se decide interrumpir por un tiempo la medicación, es importante hacerlo de acuerdo con el médico, para poder ir comprobando periódicamente el recuento de CD4 y tomar las decisiones que sean más adecuadas en cada caso.
De igual modo, conviene saber que no todos los fármacos duran el mismo tiempo en el organismo. Dependiendo de la combinación antirretroviral que se esté tomando, es posible que haya que dejar unos fármacos antes que otros. Por ese motivo, es también importante hablar con el médico antes de interrumpir el tratamiento. Así, evitaremos que el virus desarrolle resistencias y, además, podrán hacernos análisis con más frecuencia para saber cómo evoluciona nuestra salud.
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