A esta estrategia preventiva se la conoce como profilaxis post-exposición y consiste en la toma de un tratamiento antirretroviral, de cuatro semanas de duración, que debe administrarse lo antes posible después de la práctica de riesgo y sin sobrepasar el plazo de 72 horas tras la exposición al VIH.
Para poder obtener este tratamiento, es imprescindible presentarse en el servicio de urgencias de un centro hospitalario donde atiendan a personas con VIH. Allí se valorará el riesgo de transmisión y se tomarán las medidas oportunas, entre las cuales figuran la administración del tratamiento y la derivación a la unidad de VIH del hospital para que tenga lugar el posterior seguimiento del paciente.
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