Tras más de 20 años del descubrimiento del VIH, el virus que causa el SIDA, el panorama mundial de la pandemia es bastante alarmante. Hoy en día son más de 40 millones de personas en el mundo que viven con VIH y más de 14.000 que se infectan cada día, la mayoría de las cuales se encuentra en África y Asia central. Mientras tanto, en los países desarrollados se suele oír que la epidemia está controlada, pero en casi todos los países del mundo el número de personas que se infectan con el VIH sigue aumentando cada año.
La situación de las mujeres es particularmente preocupante, y ahora esta población representa casi el 50% de las personas entre 15 y 49 años que viven con VIH. En África esta tasa incluso se eleva al 60%.
Para responder a esta situación de forma adecuada, los expertos coinciden en que es necesario tener objetivos a corto y medio plazo, pero también a largo plazo.
A corto y medio plazo es imprescindible incrementar los esfuerzos de prevención tradicionales tales como el uso del preservativo o la distribución de jeringuillas nuevas para l@s usuari@s de drogas. Además hay que seguir trabajando con todas nuestras fuerzas para que todas las personas que lo necesitan puedan tener acceso a los tratamientos y cuidados del VIH, en cualquier parte del mundo se encuentren.
Por otro lado, la epidemia de SIDA no está solamente teniendo consecuencias devastadoras sobre la salud de las poblaciones más afectadas sino también sobre los avances en desarrollo conseguidos al cabo de muchos esfuerzos durante las últimas décadas y que ahora están revirtiendo a causa del SIDA. Recordamos que en los países más afectados, la epidemia lleva a las familias a la pobreza, reduce la esperanza de vida, incrementa el número de huérfanos, eleva los costes socio-sanitarios públicos y privados, y debilita los derechos fundamentales de las poblaciones por lo que hace a salud, alimentación, educación, seguridad y paz. Por ello, es importante mitigar el impacto social de la infección y continuar los esfuerzos para que desaparezcan el estigma y la discriminación relacionados con la infección por el VIH, tanto en estos países como en nuestras sociedades.
Pero todos estos esfuerzos no serán sostenibles si a largo plazo no conseguimos atajar el ciclo de nuevas infecciones y acabar con la epidemia. La única forma de hacerlo es con nuevos y mejores instrumentos preventivos, o nuevas tecnologías de la prevención.
Las nuevas tecnologías de la prevención son productos o intervenciones basadas en técnicas biomédicas para evitar la transmisión de la infección por VIH en el caso de un contacto con el virus. Es el caso de los microbicidas, las vacunas, y la profilaxis pre-exposición, que son estrategias en desarrollo e investigación el mundo entero. Al añadirse al panel de métodos preventivos ya existentes, ofrecerían otras alternativas a las mujeres y los varones para prevenir la transmisión del VIH y serían por lo tanto un componente clave de una respuesta integral al VIH/SIDA que se base tanto en la prevención, como el acceso a los tratamientos, los cuidados y el apoyo.
Fuentes: Iniciativa Internacional por una Vacuna contra el Sida (IAVI) y Partenariado Internacional por los Microbicidas (IPM).
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