¿Qué hace tu hígado?
Aunque el VHC también afecta a otras partes del cuerpo, tu hígado es el más afectado.
El hígado es un órgano esencial que realiza cientos de tareas, entre ellas:
- Filtrar los productos químicos y residuos de la sangre.
- Almacenar vitaminas, minerales, entre ellos el hierro.
- Convertir los nutrientes de la sangre en energía.
- Ayudar a equilibrar los niveles de azúcares y hormonas.
- Producir colesterol.
- Producir bilis (necesaria para la digestión).
- Crear la hormona que ayuda a producir plaquetas (para detener las hemorragias).
¿Cómo daña el VHC al hígado?
El virus de la hepatitis C no daña directamente al hígado.
Tras la infección, el sistema inmunológico reacciona frente al virus de la hepatitis C intentando eliminar del hígado las células infectadas. Es esta respuesta inmunológica la que puede provocar la inflamación hepática. Y esta inflamación del hígado conduce a la aparición de cicatrices. A medida que el sistema inmunológico intenta aislar las células infectadas, la cicatrización empeora.
Conforme aumentan las cicatrices en el hígado, éste se endurece y se hace menos elástico, lo que hace que la sangre y otros fluidos tengan cada vez mayor dificultad para fluir través del mismo.
Aunque el hígado puede funcionar cuando está muy dañado, el efecto continuo de la hepatitis C puede interferir lentamente con la función hepática. Entonces se producen complicaciones, y el hígado es incapaz de llevar a cabo importantes tareas.
Entre estas complicaciones están: hígado graso (esteatosis), ictericia, varices esofágicas, ascitis, encefalopatía, hipertensión portal, lesión renal, enfermedad del tiroides, diabetes y pérdida de apetito y peso que resultan en malnutrición.
Historia natural del VHC
Al igual que en el caso del VIH, existen términos similares para describir la historia natural de la infección por VHC.
Infección aguda
Se refiere a los primeros seis meses tras la adquisición del virus de la hepatitis C.
A menos que provoque síntomas (y en el 80% de los casos no es así), el VHC raramente se diagnostica durante la infección aguda. Los síntomas, cuando se producen, incluyen fiebre, fatiga, dolor abdominal, náuseas, vómitos, orina oscura e ictericia (piel y ojos amarillentos).
Sin embargo, dado que el tratamiento del VIH implica comprobar la función hepática, la observación de niveles elevados de enzimas hepáticas ayuda a diagnosticar una infección aguda por VHC en personas con VIH.
En los primeros meses tras la infección por VHC, algunas personas aclaran el virus sin recibir ningún tratamiento. Esto sucede quizá hasta en el 20% de las personas con VIH.
Ese fenómeno se denomina "aclaramiento espontáneo", y es más habitual si:
- Presentas síntomas durante la fase de infección aguda por VHC.
- Eres una mujer.
- Tienes menos de 40 años.
Las personas con VIH tienen la mitad de probabilidades de que se produzca un aclaramiento espontáneo de la hepatitis C. Las personas de origen africano son menos propensas a aclarar el VHC que las de origen caucásico, aunque no están claros los motivos de estas diferencias.
Las que han aclarado el virus sin tratamiento dejan de estar infectadas por la hepatitis C. Podrían dar positivo en una prueba de anticuerpos del VHC, pero el virus no es detectable en sangre.
Algunas personas deciden tratar el VHC durante la infección aguda si éste no se aclara espontáneamente. Esto se debe a que las tasas de éxito son mayores en esta etapa. Es importante debatir con tu médico/a los riesgos y beneficios de tratar la hepatitis C aguda.
Infección crónica
Por infección crónica entendemos cualquier momento posterior a la infección aguda. En general, empieza seis meses después de la infección.
El VHC progresa muy lentamente en las personas sin VIH, usualmente a lo largo de décadas; existe un amplio abanico de resultados de la hepatitis C crónica. El VHC puede afectar a otras zonas del cuerpo. Sin embargo, se han realizado informes que indican que el virus de la hepatitis C progresa con más rapidez en los hombres gay con VIH.
Independientemente de la escala temporal, algunas personas nunca presentarán un daño hepático ni síntomas significativos, mientras que otras podrían desarrollar una cicatrización del hígado (fibrosis), entre leve y moderada, y experimentar síntomas como fatiga, depresión y confusión.
No parece existir una relación clara entre el grado de daño hepático y la experimentación de los síntomas.
La hepatitis C puede contribuir al desarrollo de grasa en las células hepáticas, lo que se conoce como esteatosis (o hígado graso), que empeora el daño hepático y hace que el VHC sea más difícil de tratar. El hígado graso es más habitual en aquellas personas que tienen el virus de la hepatitis C de genotipo 3. En el caso de las personas con VHC del genotipo 1, el hígado graso es más probable entre personas con sobrepeso, que presentan resistencia a la insulina o diabetes, con un consumo de alcohol elevado y que tienen inflamación hepática.
En personas afectadas por VIH y VHC, el hígado graso por lo general indica una cicatrización más grave del hígado. Está vinculado a varios factores, entre ellos el uso de algunos fármacos del VIH (especialmente estavudina [d4T] y didanosina [ddI]), contar con niveles bajos de HDL (colesterol "bueno"), tener sobrepeso y presentar lipodistrofia.
En el caso del 20-30% de las personas con VHC crónico, cuando el virus está sin tratar progresará a cirrosis (una grave formación de tejido cicatrizado en el hígado). Aun así, el hígado puede seguir funcionando. Cuando un hígado cirrótico puede "compensar" el daño, esa situación se conoce como "cirrosis compensada". Cuando el hígado está demasiado dañado para funcionar adecuadamente, se conoce como "cirrosis descompensada" o "etapa final de la enfermedad hepática".
Etapa final de la enfermedad hepática
Si la cirrosis compensada progresa a cirrosis descompensada, es necesario realizar un trasplante de hígado. Aunque se trata de una operación grave, se han realizado trasplantes de hígado con éxito en personas coinfectadas.
Cada año, entre el 1 y el 5% de las personas con cirrosis desarrolla carcinoma hepatocelular (HCC, en sus siglas en inglés; cáncer de hígado), que también puede ser tratado con éxito, especialmente si se detecta a tiempo.
Coinfección por VIH y VHC
Aunque muchas personas han vivido con VIH y VHC durante muchos años, a menudo sin saber que estaban coinfectadas, el VIH hace que el VHC progrese con más rapidez. El riesgo de sufrir daño hepático grave es mayor si tu recuento de CD4 es inferior a 200 células/mm3.
Los fármacos del VIH han permitido que numerosas personas puedan disfrutar de vidas mucho más largas. Esto significa que, en la actualidad, las personas con VIH y VHC viven el tiempo suficiente como para que la hepatitis sea motivo de preocupación. La etapa final de la enfermedad hepática constituye, hoy en día, una causa importante de muerte entre personas con VIH en el mundo desarrollado. Sin embargo, la hepatitis C puede ser tratada, independientemente del estado serológico al VIH. Algunas de estas muertes están relacionadas con un diagnóstico tardío del VHC, o un tratamiento tardío una vez se ha producido un daño hepático grave.
Efecto de la hepatitis C sobre el VIH
No se cree que la hepatitis C empeore el VIH, pero podría complicar su tratamiento. Esto se debe, fundamentalmente, a que el hígado procesa la mayoría de los fármacos del VIH. Tener VHC te sitúa en una situación de mayor riesgo de sufrir efectos secundarios relacionados con el hígado a causa de los fármacos del VIH.
Sin embargo, el beneficio del tratamiento del VIH aún supera el riesgo derivado de sus efectos secundarios. Las dosis de algunos fármacos para su tratamiento pueden ajustarse de forma individual para personas con enfermedad hepática avanzada, midiendo los niveles de fármaco en una muestra de sangre.
Factores que aceleran la progresión del VHC
- Coinfección por VIH.
- Consumo de alcohol, especialmente superior a 50 g/día.
- Envejecimento.
- Duración de la infección.
- Mayor edad en el momento de la infección (más de 40 años).
- Coinfección por VHB.
- El VHC puede progresar más rápido en hombres que en mujeres.
¿Cómo puedes proteger el hígado?
Existen muchas cosas que puedes hacer para ayudar a mantener sano tu hígado. Entre ellas:
- Vacunarte frente a la hepatitis A y B. Tener otra infección viral en el hígado puede empeorar la hepatitis C.
- Beber menos o abandonar el consumo de alcohol. Cuanto menos bebas, mejor para tu hígado. En ocasiones, beber menos, o no hacerlo en absoluto, es más importante que tratar el VHC.
- Mantener un peso normal. El sobrepeso aumenta el riesgo de padecer hígado graso.
- Beber abundante agua para ayudar a que el hígado filtre los residuos y las toxinas.
- Tomar alimentos con menos grasa, sal y azúcar.
- Tratar de comer más frutas y verduras frescas, hidratos de carbono complejos (cereales integrales, pan, arroz, pasta, cereales, verduras, frutas, alubias, frutos secos y semillas), alimentos con poca grasa, alimentos con mucha fibra y una cantidad adecuada de proteínas.
- Emplear el tratamiento del VHC para reducir el daño hepático.
- Hacer preguntas y obtener apoyo. Hablar con otras personas que viven con hepatitis C o VIH y VHC.
Fig. 1: Riesgo de progresión del VHC en personas con VIH
Fuentes: HIV-iBase (Entidad certificada por HONcode) y Treatment Action Group (TAG).
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