La combinación de “cristal” y VIH daña seriamente el cerebro

Joan Tallada
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La metaanfetamina se usa cada vez más en España

Hasta ahora las noticias sobre uso de metaanfetamina, una sustancia euforizante y desinhibidora, procedían de EE UU, donde se ha hecho muy popular en algunos círculos, como entre hombres que practican sexo con hombres.
 
En España, donde es más frecuente el uso de cocaína, MDMA (“éxtasis”), y en ciertas zonas la anfetamina en polvo (“speed”) y la ketamina (“special K”), resulta una sustancia relativamente exótica, aunque su disponibilidad va en aumento.
 
La metaanfetamina se conoce en EE UU como “crystal meth” o simplemente “crystal”, y “cristal” es el nombre por el que empieza a sonar en castellano. Su toma durante las relaciones sexuales provoca sentimientos de invulnerabilidad, desinhibición, objetualización, placer intenso y pérdida de control, por lo que varios estudios creen que está íntimamente relacionada con prácticas de riesgo.
 
La metaanfetamina, sin embargo, también tiene efectos negativos sobre la salud, y en particular el cerebro y algunas de sus funciones. Un nuevo estudio indica que la conjunción de la infección por VIH con el uso continuado de “cristal” puede tener serias consecuencias sobre la capacidad cognitiva, según publican investigadores estadounidenses en el número de agosto de 2005 en el American Journal of Psychatry.
 
En concreto, el equipo liderado por la Dra. Ferry Jernigan descubrió que la conjunción de VIH y metaanfetaminas causa alteraciones significativas en el tamaño de ciertas estructuras cerebrales, lo que podría asociarse con daños en las funciones cognitivas, tales como dificultades en comprender información nueva, en la resolución de problemas, el mantenimiento de la atención y la rapidez en el procesamiento de la información. Además, parece que la concurrencia de uso de metaanfetamina e infección por VIH genera un daño superior al que hace cada uno de esos factores por separado.
 
Jernigan y sus colegas del Centro de Investigación Neurobiológica del VIH de la Universidad de California en San Diego realizaron escáneres cerebrales para analizar los cambios en el volumen estructural en 103 adultos divididos en cuatro grupos poblacionales: usuarios de metaanfetamina que vivían con VIH; usuarios de metaanfetamina que vivían in VIH; no usuarios que vivían con VIH; y no usuarios que vivían sin VIH. También determinaron la capacidad para pensar y razonar utilizando una batería de pruebas que analizaban la rapidez en el procesamiento de la información, la memoria de atención/trabajo, el recuerdo tardío y el de aprendizaje, las funciones de abstracción y ejecutivas, la fluencia verbal y la funcionalidad motora.
 
Observaron que el uso de metaanfetamina se relacionaba con aumentos en el volumen del córtex parietal del cerebro (que contribuye a que el sujeto comprenda y preste atención a lo que sucede a su alrededor) y los ganglios basales (ligados con la funcionalidad motora y la motivación). Por su parte, la infección por VIH se asocia con considerables pérdidas de volumen en el córtex cerebral (implicado en el pensamiento elevado, el razonamiento y la memoria), los ganglios basales y el hipocampo (involucrado en la memoria y el aprendizaje).

En las personas con VIH, el daño cognitivo se asociaba con un descenso de las habilidades laborales y vocacionales, dificultades en el manejo de las medicinas, perjuicio sobre la capacidad de conducir y problemas con actividades cotidianas, como el manejo del dinero. El impacto del uso de metaanfetamina se centraba en la capacidad para tomar decisiones, lo que podría afectar a la gestión de los tratamientos y de las prácticas preventivas, así como al manejo del dinero y la capacidad de conducir.
 
Los cambios en el volumen cerebral asociado con el uso de metaanfetamina no se correlacionaban con la cantidad de sustancia ingerida, aunque los usuarios más jóvenes mostraron efectos más amplios en algunas regiones cerebrales. Entre las personas con VIH, los investigadores observaron una asociación directa entre la gravedad de la infección y una mayor pérdida de masa cerebral.
 
Específicamente, entre los usuarios de “cristal” que vivían con VIH, el descenso en los volúmenes se correlacionaba con un aumento del daño cognitivo en una región, la del hipocampo.
 
La Dra. Jernigan explica que los cambios observados en las estructuras cerebrales podrían ser el resultado de la inflamación del cerebro y/o de cambios compensatorios asociados con la toxicidad de la metaanfetamina. Por su lado, la inflamación cerebral relacionada con la infección por VIH podría contribuir a la atrofia o la pérdida de células cerebrales. Tal vez por ello el uso de medicación antiinflamatoria podría ser de utilidad para tratar a los usuarios de metaanfetaminas.
 
Fuente: NATAP/Elaboración propia.
Referencia: Terry L. Jernigan et al. Effects of Methamphetamine Dependence and HIV Infection on Cerebral Morphology. Am J Psychiatry 2005 162: 1461-1472.

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