Cuando llegue allá me hicieron esperar mucho tiempo y empecé a sospechar que algo estaba pasando porque, además de la espera, las personas de ese lugar me miraban raro, como con pesar.
En ese momento me imaginé miles de cosas, pero jamás un diagnóstico del VIH. Me hicieron pasar a un consultorio y la verdad es que hasta allí recuerdo, porque yo empecé a temblar. No entendía nada de lo que me decían o en este momento no sé si no quería hacerlo.
Recuerdo que me dijeron que debía ir donde mi médico porque había una inconsistencia en los exámenes que me realizaron. Yo preguntaba que si tenía sida y me decían que no se sabía, que por eso era que debía que ir a mi médico.
Salí de ese lugar y no sabía qué hacer ni para dónde coger. Solo lloraba y lloraba y lo peor era que no era capaz de atentar contra mi vida. Decidí llamar a mi hermana porque en ese momento yo no estaba en mi pueblo.
Eso fue en otra ciudad donde me encontraba realizando mis estudios universitarios. Yo estaba sola, sola sin mi familia. Vivía con unas amigas de mi mismo pueblo, pero jamás les iba a contar lo que me estaba pasando.
Bueno, llame a mi hermana y le conté. Ella se puso peor que yo, je, je. Me decía llorando que fuera al médico de la universidad, que allá me dirían qué tenía que hacer, que eso tenía que ser una equivocación.
Tome la decisión de ir y efectivamente el médico me dijo que sí, que decía claramente que tengo el VIH y nada que hacer porque esa prueba es una prueba confirmatoria. El médico me explicó que yo no me iba a morir, que existe tratamiento… bueno una infinidad de cosas que me tranquilizaron un poco.
Sin embargo creo que esa semana fue la peor de mi vida, empecé a buscar información por internet, cuáles eran los síntomas y todo lo relacionado. Uno de ellos fue la diarrea y justo en ese instante me dio mucha diarrea. Fue lo peor, en ese instante dije: “ya me estoy muriendo”, je, je.
Ahora creo que fue autosugestión. En esa semana no comía, bajé de peso impresionantemente. Todo el tiempo me la pasaba llorando. Para completar estaba en exámenes finales de la universidad, pero obviamente yo no tenía cabeza para estudiar, solo pensaba en mi mamá, en que ella no merecía una noticia de estas, que ella es una persona muy buena para merecer una cosa de estas, que no me quería morir. También pensaba en mi pareja, cómo le iba a dar semejante noticia. Y mi hermana siempre allí apoyándome, dándome fuerzas.
Ya en noviembre empecé en el programa en que estoy ahora. Mi hermana, la psicóloga y el medico fueron de mucho apoyo. Hubo que remitirme a psiquiatría, ya que empecé a sufrir un cuadro de depresión. Ya en enero de 2015 decidí contarle a mi pareja porque además de todo no me perdonaba que de pronto se estaba muriendo y yo lo sabía y no le decía nada.
La reacción de él fue muy extraña, se quedó como frío. Yo lo apoye mucho, apliqué todo lo que la psicóloga y el médico me dijeron. Yo estaba segura de que él me había infectado, pero nunca sentí rabia hacia él, siempre dije que eso le pasa a cualquiera.
Él hizo negación, ya no quería hablar del tema y demoró muchísimo tiempo en hacerse la prueba. Decidí cortar con esa relación porque a pesar de lo que estaba pasando creía que era una relación malsana. Dejamos de hablar mucho tiempo y como al año me llamó y me dijo que se realizó la prueba y salió negativa, que buscara cómo solucionar mi problema.
Cuando me dijo eso sentí morir. Lloré muchísimo, no porque no lo tuviera, al contrario siempre le pedí eso a Dios. Lo que me afectó fue lo que me dijo, sabiendo que yo lo apoyé muchísimo y que siempre le insistí en que se hiciera la prueba.
Tiempo después me llamó para saber cómo estaba y aproveché y me desahogué. Finalmente me pidió disculpas y aproveché y le dije que me había vuelto a hacer la prueba y que había salido negativa, que había sido un falso positivo. No quería que él supiera mi secreto, aunque a veces pienso que la prueba de él fue falsificada. En fin, ya no me interesa. Lo importante es que estoy muy bien y hoy ya no siento rabia hacia él. Aunque reconozco que es el amor de mi vida ya me da lo mismo lo que pase con él.
Hoy tengo otra relación. Llevamos un año y ha sido un apoyo para mí en la parte emocional. Me gusta mucho estar con él. No sabe que tengo el virus. En estos días he tomado la decisión de cortar con la relación porque quiere que dejemos de protegernos y no estoy dispuesta a confesarle la verdad ni quiero correr el riesgo de infectarlo aunque soy indetectable gracias a Dios.
No quiero arriesgarme, he tomado la decisión de quedarme sola. Creo que con esta enfermedad el amor ya no es para mí, sobre todo en el ambiente social en el que me encuentro, pero bueno estoy bien de salud. Nunca he presentado ningún síntoma y tengo el apoyo incondicional de mi mama y de mi hermana. Eso será suficiente para continuar con mi vida.
Muchas gracias por leer mi historia. Me servirían mucho sus apreciaciones y consejos. Que Dios los bendiga a todos.