Digo que es rara porque, en apariencia, él está con VIH desde hace ocho años. Hasta los chequeos de mi último embarazo (hace 10 meses), yo no era seropositiva y, ahora, al enterarnos de esta noticia, debo realizarme unos nuevos exámenes para saber cuál es mi estado y, por supuesto, el de mi bebé. Obviamente, hace dos meses que no vivimos, no dormimos, comemos poco y cargamos con nuestra preocupación y tristeza como podemos delante de familiares y amigos.
Mi marido ya está en manos de un médico especializado. Hace diez días, empezó su tratamiento antirretroviral, puesto que sus CD4 están en 109 y su carga viral en 74.000. El doctor nos dio buenas expectativas, ya que, como se sabe, la medicina ha avanzado muchísimo en lo que respecta a esta enfermedad.
Nosotros recién acabamos de empezar con todo esto. Nos tiene desconcertados. Enterarnos así, de golpe, con dos criaturas de por medio y con mi análisis "no reactivo" de hace diez meses. No sé cómo todavía no hemos caído. Por momentos, nos sentimos fuertes para enfrentarlo, en otros, flaqueamos, sobre todo cuando pensamos en la posibilidad de que yo tenga VIH y, por consiguiente, mi bebé, que es lo que más nos angustia.
Aproximadamente en una semana tengo que hacerme la prueba. Rezo día y noche por estar bien, no tanto por mí, ya que soy una persona adulta -tengo mi vida hecha, mi marido y mis hijos-, sino por mi bebé. En realidad, no me siento capaz de recibir una noticia tan cruel, no sé cómo podré soportarlo. La miro y la veo tan feliz [a mi hija], creciendo tan sana, tan enérgica, tan inocente de todo mal, que creo no podría mantenerme en pie.
Gracias por este espacio. Esta es una buena forma de descargar todo lo que uno tiene dentro, sobre todo porque nadie te va a entender mejor que la persona que está pasando por lo mismo.
Rezo por ustedes, por sus familias, por su bienestar y les pido que recen por mí.
