Cuando le diagnosticaron, sentí un terrible miedo que recorría todo mi cuerpo; temblaba cada vez que lo acompañaba al médico y cuando me dirigí a recoger mis resultados.
Al principio, pensé que habían sido mis prácticas sexuales con él –durante unos escasos cuatro meses– lo que había provocado mi infección, pero tras los primeros controles pude comprobar que no había sido así, ya que no había muchos virus en sangre y, por lo que tengo entendido, eso significa que mi sistema inmunitario ya había reaccionado ante la infección. Aun así, me sorprendí porque me había encontrado asintomático hasta el momento.
Pasaron algunos miedos y surgían otros, pero me lancé a leer y comprender la enfermedad a fondo. En la actualidad, todavía desconozco conceptos, pero intento mantenerme informado y llevar una vida sexual sana con mi pareja.
Ambos, en el último control, teníamos recuentos de CD4 similares y, sin estar demasiado bajas las defensas, su médico no le recomendó el tratamiento hasta su siguiente control. En mi caso, y tras dos controles, mi médica me aconsejó tomar el tratamiento. Me dijo que en España no se esperaba mucho antes de tratar a los pacientes, ya que se había comprobado que era menos recomendable permanecer asintomático con la infección.
A día de hoy, llevo dos meses y medio tomando Truvada y Sustiva. Me encuentro bien y sin síntomas adversos (toco madera).
Estoy esperando la cita del hospital para que me digan, tras los últimos análisis, si el tratamiento va bien. Aún es inevitable temblar al entrar en la consulta, pero la infección no ha afectado para nada a mi vida diaria, laboral, social o sentimental. Soy empresario, diseñador multimedia y sigo adelante con mi empresa y con nuevos proyectos en mente.
Quiero ser fuerte.
