El mundo al borde del retroceso: ONUSIDA alerta de una crisis de financiación que pone en riesgo décadas de avances frente al VIH

El nuevo informe mundial de ONUSIDA revela datos alarmantes: 1,3 millones de nuevas infecciones, 630.000 muertes en 2024 y un sistema de prevención y tratamiento en peligro por recortes drásticos

Juanse Hernández
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ONUSIDA ha presentado este 10 de julio de 2025 su informe anual “SIDA, crisis y el poder de transformar”, en un momento decisivo para la respuesta mundial al VIH. A pesar de que los nuevos diagnósticos y las muertes relacionadas con el sida se encuentran en sus niveles más bajos desde los años 90, el informe advierte que los logros alcanzados corren un grave peligro.

Las organizaciones comunitarias, el enfoque de derechos y los avances científicos se tambalean ante la falta de voluntad política global.

Una fotografía global que revela tanto logros como vulnerabilidades

En 2024, 40,8 millones de personas vivían con el VIH en el mundo. La cifra de nuevas infecciones ascendió a 1,3 millones y hubo 630.000 muertes relacionadas con el sida. Estas cifras representan una disminución del 40% y del 54% respectivamente desde 2010, pero siguen estando muy por encima de las metas mundiales para 2025 (menos de 370.000 infecciones y menos de 250.000 muertes anuales.

La crisis silenciosa: el colapso financiero del sistema global de respuesta al VIH

El informe advierte que el sistema mundial está entrando en una fase crítica. El detonante: la congelación y recorte del financiamiento internacional, en particular del PEPFAR (Plan de Emergencia del Presidente de EE UU para Paliar el Sida), que financia cerca del 80% de los programas de prevención en países de ingresos bajos y medios.

Según las proyecciones de ONUSIDA, si esta financiación no se restablece, entre 2025 y 2029 podrían producirse 6 millones de nuevas infecciones por VIH y 4 millones de muertes adicionales relacionadas con el sida. A ello se suma el riesgo de desabastecimiento de antirretrovirales, cierre de centros comunitarios y pérdida de personal sanitario. Todo ello pondría al mundo en una situación comparable a la de principios de los 2000.

Desigualdad, criminalización y retrocesos en derechos humanos

La crisis financiera coincide con un preocupante repunte de leyes y políticas discriminatorias. Según ONUSIDA, en 2024 aumentó el número de países que criminalizan el trabajo sexual, las relaciones entre personas del mismo sexo, la identidad de género o la exposición no revelada al VIH. En al menos 64 países, las personas trans siguen siendo criminalizadas.

Este contexto de retroceso normativo agrava las barreras ya existentes: el estigma, la violencia y la discriminación siguen siendo factores determinantes del acceso desigual a los servicios. En países donde la cobertura de tratamiento general supera el 80%, las poblaciones clave (personas trans, gais, trabajadoras sexuales, usuarios de drogas, personas en prisión) tienen una cobertura 10% a 25% más baja.

Infancias y desigualdad de género: los puntos ciegos de la respuesta

El acceso al tratamiento antirretroviral sigue siendo insuficiente entre la infancia. De los 1,4 millones de niños que vivían con VIH en 2024, solo el 55% recibía tratamiento, frente al 78% de los adultos. El 12% de las muertes por sida en 2024 fueron en menores, a pesar de representar solo el 3% de las personas con VIH.

En términos de género, las mujeres representaron el 53% de las personas que viven con el VIH y el 45% de las nuevas infecciones en 2024. En África subsahariana, la situación es aún más grave: el 63% de las nuevas infecciones afectaron a mujeres y niñas. Cada semana, 4.000 adolescentes y mujeres jóvenes (de 15 a 24 años) se infectan en esa región.

Una oportunidad transformadora: la revolución de la prevención está al alcance

La ciencia ofrece motivos para el optimismo. Nuevas tecnologías como lenacapavir (una inyección semestral para prevención) y otras herramientas de PrEP de acción prolongada o los anillos vaginales con dapivirina prometen una transformación radical en la prevención biomédica del VIH. Sin embargo, su despliegue está gravemente limitado por el alto coste y la falta de voluntad política para facilitar el acceso universal.

En 2024, solo 3,9 millones de personas utilizaron la PrEP al menos una vez, muy lejos del objetivo de 21,2 millones para 2025. Peor aún: la mayoría de estos usuarios están concentrados en solo cinco países. El acceso desigual amenaza con convertir estas herramientas en privilegio de pocos, en lugar de soluciones de salud pública global.

Las comunidades: columna vertebral de la respuesta, en peligro de extinción

Organizaciones comunitarias lideradas por personas con el VIH han sido la clave del éxito en múltiples países. No solo proporcionan atención directa, sino que mejoran la adherencia, reducen la transmisión vertical, fortalecen el vínculo terapéutico y combaten el estigma desde la cercanía y la experiencia compartida.

Sin embargo, estas organizaciones están viendo desaparecer su financiación. ONUSIDA advierte de que, si no se revierte esta situación, muchas redes quedarán desmanteladas. Como resume el informe: “Si estas organizaciones desaparecen, reconstruir esa confianza y esos sistemas puede llevar años. Y la epidemia no esperará”.

Una nueva arquitectura financiera es posible (y urgente)

En su informe, ONUSIDA propone un nuevo modelo de sostenibilidad, basado en tres pilares: mayor compromiso nacional, solidaridad internacional e innovación financiera. De los 60 países que reportaron sus previsiones presupuestarias, 25 planean aumentar su inversión nacional en VIH en 2026, a pesar del difícil contexto económico. A largo plazo, se plantea integrar los servicios de VIH en sistemas de salud universales y seguros nacionales.

Pero para que esta transición sea viable, se necesita tiempo, planificación, cooperación técnica y, sobre todo, compromiso político. ONUSIDA llama a todos los países donantes a no abandonar su responsabilidad en este momento crítico.

Conclusión: el futuro de la respuesta frente al VIH está en nuestras manos

“El sida puede dejar de ser una amenaza para la salud pública. La ciencia, la experiencia comunitaria y el conocimiento acumulado nos dan las herramientas. Pero si no se actúa ahora, las consecuencias serán catastróficas y evitables”, advierte Winnie Byanyima.

A cinco años del horizonte 2030, el tiempo corre. Y la comunidad global debe decidir si va a dejar que el mundo retroceda —o si va a transformar esta crisis en una oportunidad histórica para terminar, de una vez por todas, con el sida.

Fuente: Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: ONUSIDA (2025). AIDS, crisis and the power to transform – UNAIDS Global AIDS Update 2025. Ginebra: Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (UNAIDS). Disponible bajo licencia CC BY-NC-SA 3.0 IGO. https://www.unaids.org/en/resources/documents/2025/2025-global-aids-update

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