A pesar del impacto positivo de la terapia antirretroviral en el manejo de la infección por el VIH, la neumonía por Pneumocystis jirovecii (PJP, por sus siglas en inglés) continúa siendo un riesgo importante, sobre todo en los primeros meses tras el diagnóstico y en personas con un sistema inmunitario gravemente comprometido. Así lo concluye un estudio de cohorte nacional realizado en Dinamarca, cuyos resultados han sido publicados en Open Forum Infectious Diseases.
La investigación analizó datos de casi 5.000 personas diagnosticadas con VIH entre 1995 y 2021, y confirma que esta infección oportunista, asociada a una alta morbilidad y mortalidad en contextos de inmunosupresión, sigue representando una amenaza significativa, especialmente en quienes reciben un diagnóstico tardío (definido como niveles de CD4 por debajo de 200 células/mm³).
La neumonía por Pneumocystis jirovecii, anteriormente conocida como Pneumocystis carinii, es una enfermedad definitoria de sida. Antes del uso generalizado de la terapia antirretroviral eficaz, fue la principal causa de enfermedad y muerte entre las personas con VIH (véase La Noticia del Día 17/08/2010). Aunque el tratamiento antirretroviral ha reducido notablemente la aparición de infecciones oportunistas, el riesgo de desarrollar PJP en el primer año tras el inicio del tratamiento sigue siendo elevado en personas con niveles de CD4 por debajo de 200 células/mm³.
En este estudio, se utilizaron datos del registro nacional danés para evaluar la incidencia de PJP en relación con diversos factores: el tiempo desde el diagnóstico, el momento de inicio del tratamiento antirretroviral, la carga viral y el recuento de CD4.
Una infección impulsada por la inmunosupresión
Los datos revelaron que el 76,8 % de los casos de PJP ocurrieron en los tres primeros meses tras el diagnóstico del VIH. Esto pone de manifiesto que, incluso con tratamiento, el sistema inmunitario no se recupera de forma inmediata, dejando un periodo crítico en el que pueden surgir infecciones graves, especialmente cuando el diagnóstico es tardío y ya existe un estado de inmunosupresión.
En concreto, la tasa de incidencia de PJP durante el primer año fue de 227 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento entre quienes tenían niveles de CD4 inferiores a 200 células/mm³, frente a solo 3,4 casos por cada 1.000 persona-años en quienes superaban ese umbral.
El riesgo fue aún más elevado en personas con menos de 100 células/mm³ y cargas virales superiores a 10.000 copias/mL antes de iniciar el tratamiento: en este grupo, la incidencia alcanzó los 930 casos por cada 1.000 persona-años de seguimiento. Esta cifra refleja la extrema vulnerabilidad frente a la PJP en fases avanzadas de infección por VIH no tratada.
También el análisis de la mortalidad es elocuente: la tasa de fallecimientos fue más alta alrededor del momento del diagnóstico de la PJP, con 626 muertes por cada 1.000 persona-años. Esto sugiere que la infección suele identificarse cuando ya está muy avanzada, subrayando la necesidad urgente de mejorar el diagnóstico precoz tanto del VIH como de sus complicaciones asociadas.
Un descenso progresivo, pero desigual
A lo largo del periodo analizado, el riesgo de PJP ha disminuido, especialmente en la etapa más reciente (2016-2021), con una tasa de 1,63 casos por cada 1.000 persona-años, frente a los 39 por cada 1.000 en los primeros años (1995-1999).
Esta reducción fue más marcada entre quienes no presentaban niveles bajos de CD4 al inicio, con un descenso significativo en los últimos años (razón de tasas de incidencia ajustada, aIRR: 0,08). En cambio, entre quienes sí tenían niveles bajos de CD4, la mejora fue más limitada y solo se observó con claridad al comparar los extremos temporales del estudio (aIRR: 0,57).
Estos hallazgos reflejan una mejora general en la prevención de infecciones oportunistas gracias al acceso y efectividad de la terapia antirretroviral. No obstante, también ponen de relieve que los beneficios no se distribuyen de forma equitativa: quienes llegan al sistema sanitario en fases avanzadas de la infección por VIH siguen enfrentándose a una mayor vulnerabilidad.
Conclusión
Los resultados de este estudio refuerzan la necesidad de un diagnóstico precoz del VIH, que permita iniciar el tratamiento antes de que el sistema inmunitario se deteriore gravemente. Además, destacan la importancia de mantener una vigilancia clínica estrecha frente a la neumonía por P. jirovecii durante los primeros meses de tratamiento, especialmente en personas con recuentos de CD4 bajos al diagnóstico.
Aunque los avances terapéuticos han transformado el pronóstico del VIH, este estudio recuerda que el momento del diagnóstico sigue siendo un factor clave para prevenir complicaciones graves.
Fuente: Infectious Disease Advisor / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Moller AK, Schnoor SB, Petersen I, et al. PCP – is it still a threat among people with HIV? A Danish HIV cohort study. Open Forum Infect Dis. 2025:ofaf289. doi:10.1093/ofid/ofaf289
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