Un estudio publicado en The Lancet Public Health ha puesto de relieve importantes desigualdades en la respuesta al tratamiento del VIH en función del sexo asignado al nacer. Los datos proceden de la provincia canadiense de Columbia Británica, donde, a pesar de contar con un sistema sanitario público y acceso gratuito al tratamiento, las mujeres con el VIH siguen enfrentando peores resultados en términos de supresión viral y supervivencia.
Según los datos de 2020, el 94% de las personas con el VIH en la provincia estaban diagnosticadas, el 92% de ellas tomaba antirretrovirales y el 95% de quienes seguían el tratamiento tenían la carga viral suprimida. Sin embargo, al profundizar en los datos, los investigadores encontraron que el 98% de las personas asignadas como hombres al nacer lograban la supresión viral, frente a solo el 81% de quienes fueron asignadas como mujeres.
Ante estas disparidades, un grupo de investigadores canadienses evaluó cómo estas diferencias impactan en la supervivencia. Para ello, analizaron datos de 14.272 personas con el VIH, recopilados entre 1996 y 2020; eliminando cualquier información que pudiera identificar a los participantes.
Inmunidad más debilitada al inicio del tratamiento
La investigación encontró que las personas asignadas como mujeres al nacer enfrentaban mayores dificultades. A su ingreso al estudio, el 44% de ellas reportaba consumo de drogas inyectables y vivía en vecindarios de bajos ingresos, en comparación con el 26% y el 31%, respectivamente, de quienes fueron asignados como hombres. Además, el 44% de las mujeres iniciaron tratamiento con un sistema inmunológico gravemente debilitado, frente al 26% de los hombres.
Es importante señalar que el estudio utilizó la clasificación de sexo asignado al nacer debido a la falta de datos sistemáticos sobre género durante el periodo analizado. Esto significa que las categorías incluyen a personas trans y no binarias, lo que podría limitar la precisión en términos de identidad de género.
En promedio, los participantes fueron monitoreados durante 10 años, revelando que las desigualdades sociales y estructurales desempeñan un papel clave en la salud de las personas con el VIH. Este estudio subraya la necesidad de políticas más inclusivas y de eliminar barreras que afectan de manera desproporcionada a algunos colectivos.
Condiciones sociales más adversas
El estudio reflejó que las mujeres con VIH en Columbia Británica enfrentan mayores desafíos que los hombres, incluso en un sistema con acceso universal al tratamiento. Aunque el 94% de las personas con el VIH estaban diagnosticadas y el 92% recibía tratamiento, solo el 81% de las mujeres lograron una carga viral suprimida, frente al 98% de los hombres.
Los factores socioestructurales, como la pobreza, el estigma y la discriminación, afectan desproporcionadamente a las mujeres, especialmente a las indígenas. En 2020, el 58% de las mujeres recién diagnosticadas eran indígenas, en comparación con el 20% de los hombres. Estas mujeres enfrentan barreras como bajos ingresos, inseguridad alimentaria, falta de apoyo social y crisis de salud relacionadas con el consumo de drogas.
Además, muchas mujeres con el VIH residen en vecindarios menos prósperos, como el Downtown Eastside de Vancouver, conocido por altos índices de pobreza, inestabilidad habitacional y consumo de sustancias. También reportaron con mayor frecuencia el uso de drogas inyectables como factor de transmisión y trastornos por consumo de sustancias.
Estos factores explican en parte la mayor mortalidad observada entre mujeres con el VIH. En el modelo ajustado, el sexo femenino dejó de asociarse con muertes por enfermedades transmisibles y causas externas, lo que subraya la influencia determinante de las desigualdades estructurales.
Mayor mortalidad en mujeres con el VIH
El análisis detallado confirmó que las mujeres con el VIH en la Columbia Británica enfrentan un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas en comparación con los hombres. Este riesgo aumentó un 20% en personas diagnosticadas después de 1996 y un 26% en quienes formaban parte de la cohorte HOMER; incluso tras los correspondientes ajustes estadísticos.
Factores como la inestabilidad habitacional, participación en programas de apoyo económico (PharmaCare plan C) o trastornos por consumo de sustancias no alteraron los resultados. En estos modelos, el sexo femenino siguió asociado a un riesgo de mortalidad más alto, con un aumento del 11% al 12% según las variables consideradas.
En causas específicas de muerte, no se encontró una relación significativa entre el sexo femenino y la mortalidad por enfermedades cardiovasculares o cáncer tras ajustar factores socioestructurales y el recuento de CD4 al inicio del tratamiento. Sin embargo, las mujeres mostraron un riesgo sustancialmente mayor de morir por enfermedades renales, hepáticas y respiratorias crónicas, con un aumento del 130%.
Estos hallazgos refuerzan la necesidad de abordar las desigualdades que afectan desproporcionadamente a las mujeres con VIH, especialmente en enfermedades crónicas que siguen impactando su calidad y expectativa de vida.
La urgencia de priorizar a las mujeres con el VIH
A pesar de contar con tratamientos gratuitos y estrategias de salud pública avanzadas en Columbia Británica, la supervivencia de las mujeres con VIH sigue rezagada frente a la de los hombres. Este estudio demostró que la brecha entre ambos grupos no solo persiste, sino que ha aumentado con el tiempo.
Las diferencias en la mortalidad están vinculadas, en buena parte, a determinantes sociales como la pobreza, el desempleo, la vivienda inestable, el estigma y la discriminación. Por ello, es clave implementar estrategias de salud pública que aborden estos factores estructurales y prioricen a las mujeres con VIH o en riesgo de adquirirlo.
Se necesitan modelos de atención centrados en las personas, con servicios multidisciplinares que eliminen barreras y respondan a las necesidades únicas de las mujeres con el VIH. Además, deben reforzarse los programas de prevención y detección de enfermedades no transmisibles y fortalecer iniciativas como el programa “Seek and Treat for Optimal Prevention of HIV/AIDS” en la Columbia Británica; que busca intensificar el diagnóstico, tratamiento y atención en poblaciones vulnerables.
Este estudio subraya la urgencia de considerar a las mujeres con el VIH como una población prioritaria. También resalta la necesidad de investigar más sobre las diferencias de género en la expectativa de vida y mortalidad en otros contextos.
Fuente: Catie.ca/Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencia: Kooij KW, Zhang W, Trigg J, et al. Life expectancy and mortality among males and females with HIV in British Columbia in 1996-2020: a population-based cohort study. Lancet Public Health. Volume 10, Issue 3, e228 – e236. 2025. 6:S2468-2667(24)00304-9.
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