Aún recuerdo cuando me dieron el resultado. Todo pareció acabar. Me sentí aturdido, impotente y tonto. Sabía que esta situación era mi responsabilidad, no me hice la víctima ni me pregunté “por qué a mí”. Me realizaron otra prueba rápida de otra marca y también salió positiva.
Los días siguientes han sido de lo peor. Despertar un día y saber que tienes el VIH, que ya nada es igual. Se fue el hambre, las ganas de hacer ejercicio, no podía dormir…
Tenía miedo de decírselo a alguien, pensar que me rechazarían. No se lo quiero decir a mi familia. No es justo para ellos, no quiero que sufran cada día por mi culpa. No quiero que sientan lastima por mí.
Esto es difícil, vivo lejos de mi familia y solo tengo un par de amigos. A uno de ellos le platique y le agradezco enormemente que siga siendo mi amigo, que no se alejara.
Me realizarán una prueba ELISA, en el IMSS para confirmar. Quisiera que todo esto fuera un sueño como muchos de ustedes también lo quisieran. Pensé hasta quitarme la vida, pero me cansé de llorar, de estar en la cama tirado y dije: “¡Ya basta!”. No permitiré que una enfermedad me termine y no me pondré en bandeja de plata para que lo haga.
Trato de llevar mi vida lo más normal posible. Trato de no pensar que tengo VIH. Mis defensas están bien, los parámetros son normales.
Tengo muchas cosas que hacer aún. El mundo no se acaba y el hecho de saber que hay personas que han pasado por lo mismo que yo y siguen adelante me da la fuerza para no rendirme.
Puedo vivir muchos años más, puedo tener familia, puedo estar saludable. Creo que el mayor daño que hace el VIH no es a tus defensas, es a tu mente, no permitas que termine contigo.
El resultado de ELISA me lo darán el 10 de noviembre de 2017. Ruego a Dios que sea negativo, pero el panorama no es alentador.
No están solos, siempre habrá alguien que te ayude, gracias por escuchar.
¡Un fuerte abrazo!
