Pero un día decidí que quería experimentar el tener relaciones sexuales y, ¡bravo!, lo hice con una persona del mismo sexo.
Por mi imprudencia, en el acto quedé infectado, y creo que, como a todos nos ha pasado, la noticia fue devastadora.
Luego de saber mi estado [infectado por el VIH], visité una clínica de atención integral y me hicieron todas las pruebas, entre ellas, mi recuento de CD4, el cual estaba por encima de los 500. Pero el doctor me sugirió que comenzara el tratamiento.
A finales del 2014 conocí a un chico muy especial, pero al mes de pláticas y de conocernos le expliqué mi condición (no sé si hacerlo tan prematuro es lo más prudente en todos los casos, en el mío consideré que era lo más correcto, ya que la persona me gustaba mucho y no quería ilusionarme ni ilusionarle).
A pesar de encontrarse en un país vecino, nos las arreglábamos para vernos y empezar a construir una relación. Fue difícil los primeros meses, pero poco a poco íbamos trabajando en ello.
Estuvimos alrededor de tres años trabajando juntos en la relación, no teníamos relaciones sexuales porque él no estaba preparado aún (no asimilaba todas las ventajas que se tienen con el tratamiento) y yo no quería presionar tampoco, por qué el giro de nuestra relación era más de compañía, comunicación y apoyo, y créanme, la disfrute mucho.
Al final él no logró asimilar la situación, tenía muchos temores y sus propios problemas internos, pero esos miedos a mí me desestabilizaban emocionalmente. Él me amaba, de eso sí estoy seguro, y yo le amaba, pero decidí terminar la relación por la salud emocional de ambos.
Ya han pasado varios meses desde entonces y me siento bien con la decisión (le extraño un poco, pero es normal, es parte del proceso). La anécdota que les quiero dejar con mi historia es que a veces lo más sano es SOLTAR, aunque duela.
Sé que hay personas (seronegativas, VIH-) a las que les es más difícil aceptar la condición de su pareja (seropositiva, VIH+); a otras se les hace muy fácil, la verdad, pero no juzgo a ninguno de los bandos, cada quién decide con quién pasar sus días y creo que todos deseamos que esos días sean los mejores.
Pero si una situación como el estado serológico te afecta y no te crees con la capacidad de tolerarla (existen cosas negociables en nuestro interior), lo mejor es SOLTAR.
Si en cambio crees que esa persona te llena y le da un fuerte golpe de energía a tu vida, LUCHA a su lado y, créeme, las cosas salen muy bien y se puede llegar a ser una pareja feliz y funcional. Yo sigo esperando a esa persona que será mi pareja, con o sin una condición de vida. La experiencia vivida solo me impulsa a seguir adelante.
¡Ánimos! Si tienes la condición (VIH+), solo debes de cuidarte y cambiar tu estilo de vida (quererte más y valorar lo que ya tienes), y si es el caso de tu pareja pero no el tuyo, si la amas y ese amor es reciproco y consideras que puedes tolerar la situación, ¡LUCHA! Y no tengas MIEDO, por qué hoy en día cuesta encontrar a esa persona con la que tu corazón hace clic y funciona sincronizadamente.