Él lo era todo para mí. A pesar de la diferencia de edad nos queríamos mucho, Mario estudiando su carrera de medicina y yo, después de muchos años, regresé al terminar mi preparatoria. Siempre teníamos muchas cosas de qué hablar y que hacer juntos. Éramos unos enamorados.
Con contarles que después de seis meses de relación le pedí en matrimonio… Todo iba bien hasta que de la nada me dijo que estaba enfermo, pero que no sabía de qué. Y así pasaron los días. Lo dejé de ver.
Al cabo del tiempo, por la marcha del Orgullo, me hice la prueba (del VIH) solo por complacer a una amiga y que no se sintiera sola. Ahí fue donde me di cuenta de que ya no sería lo mismo mi vida.
A los cuantos días me dieron la prueba confirmatoria del VIH (Western Blot) y entonces me dije a mí mismo: “Sé que es una prueba muy dura que tendrás que pasar ante la familia y la sociedad”. Pero además de eso también me dije: “Está bien, no pasa nada, solo es una enfermedad que tengo que tratar, como lo puede ser un diabetes, la depresión, el cáncer o cosas así”.
Me dolió mucho saber que mi vida no sería la misma, pero gracias a la ayuda de las personas que me rodean hoy mi vida es mejor, no la misma pero sí mejor.
Actualmente ya me estoy controlando y empezaré a llevar mi tratamiento paso a paso porque, con el paso de los días, la vida, el cosmos o dios me está poniendo personas a mi lado que nunca dirán o harán algo mal para mí y que me apoyan a más no poder.
El VIH (sida) es una enfermedad, claro, pero hay que saber sobrellevarla como lo estoy haciendo ahora yo.
Espero que mi historia les ayude en algo, ya que recordemos que el tener VIH es una segunda oportunidad de hacer las cosas mejor.
