Sífilis ocular en personas con VIH

Un estudio francés no halla una relación entre esta afección y tener un recuento bajo de CD4

Juanse Hernández
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La sífilis es una infección de transmisión sexual provocada por una bacteria denominada treponema. Cuando esta bacteria se instala en el cuerpo humano puede dañar a órganos tales como el cerebro, el hígado, los intestinos y los ojos. Algunas investigaciones han puesto de manifiesto últimamente el incremento de problemas visuales relacionados con la sífilis (sífilis ocular). Además, estudios en Alemania, Holanda, España y Reino Unido han informado en los últimos tres años de complicaciones oculares como consecuencia de la sífilis, en su mayoría en personas con VIH.

Un grupo de investigadores franceses ha mostrado también que una gran parte de estos casos se produce en personas con VIH. De hecho, al investigar las posibles causas de los problemas visuales, los médicos descubrieron tres casos de infección por VIH sin diagnosticar. Los daños en las estructuras oculares de las personas con VIH afectadas fueron graves.

Un equipo francés de médicos especialistas en oftalmología del Grupo Hospitalario Pitié-Salpêtrière revisó sus archivos médicos, entre los años 2001 y 2003, centrándose en casos de inflamación ocular producida por sífilis, y halló que 12 casos correspondían a hombres con VIH, mientras que 5 eran de hombres sin VIH. Además, descubrieron que los 12 hombres con VIH afectados por sífilis presentaban una serie de rasgos comunes: todos los hombres mantenían relaciones sexuales con hombres; a todos se les había diagnosticado uveítis, una inflamación que afecta a la capa mediana del globo ocular, y en la mayoría de los casos, en ambos ojos. La uveítis puede causar rojez, dolor, incremento de la sensibilidad a la luz, y visión borrosa, tal y como les sucedió a los 12 hombres con VIH. En dos ellos, el daño ocular era tan grave que lo único que podían percibir era un movimiento de mano. Los síntomas de la sífilis en todos ellos se presentaron primero en forma de problemas visuales; dos de los hombres tuvieron también dolores de cabeza y tres desarrollaron exantema.

El promedio del recuento de células CD4 en el momento en que los hombres solicitaron atención médica por la inflamación del ojo fue de 307 células/mm3. Se utilizaron tests de anticuerpos estándar para diagnosticar la sífilis; en siete de nueve de los hombres, los análisis de las muestras del fluido cerebroespinal sugirieron que las treponemas habían invadido el cerebro y la médula espinal.

No fue fácil diagnosticar la sífilis como la causa de los problemas visuales, y al principio, a tres de los hombres se les diagnosticó inicialmente infección por virus del herpes en la retina, para lo que se les prescribió la administración intravenosa de los antiherpéticos aciclovir y foscarnet. A los tres días, se observó que no se había producido ninguna mejora, aunque para esa fecha, los resultados de los tests sanguíneos ya habían detectado la presencia de sífilis, y los análisis de las muestras de fluido tomadas de los ojos de los tres hombres habían descartado la presencia del virus del herpes.

A uno de los hombres se le trató inicialmente con inyecciones intramusculares de penicilina G benzatina, a razón de 2,4 millones de unidades una vez a la semana durantes tres semanas seguidas. Sin embargo, no produjo ninguna mejora, de manera que los médicos le administraron penicilina intravenosa a dosis de 24 millones de unidades cada día durante dos semanas. En total, 11 de los hombres recibieron esa dosis de penicilina durante dos o tres semanas. Al hombre restante de los 12 con VIH y sífilis se le trató con 2 gramos diarios del antibiótico ceftriaxona, administrado también de forma intravenosa.

En general, la terapia antibiótica intravenosa resultó en una recuperación gradual de los problemas visuales. No obstante, tres meses después de esta terapia inicial con penicilina, uno de los hombres volvió a visitarse dado que su visión era dificultosa y se le volvió a tratar con penicilina G intravenosa, a dosis de 24 millones de unidades al día durante tres semanas, y a continuación, recibió más tratamiento con ceftriaxona intravenosa a una dosis de 2 gramos diarios durante 10 días. Su visión mejoró gradualmente a lo largo de los seis meses siguientes.

Un rasgo común en estos 12 hombres con VIH es que la sífilis causó daño ocular grave, especialmente en la retina. Durante el período de estudio, los cinco hombres sin VIH también recibieron atención médica para tratar sus problemas de visión relacionados con la sífilis. No obstante, el daño en sus ojos no fue tan grave como en los hombres con VIH y además, los cinco se recuperaron cuando fueron tratados con penicilina intravenosa.

En sus conclusiones los investigadores señalan que los problemas visuales provocados por la sífilis afectan a hombres con VIH con un amplio rango de recuentos de células CD4, que va desde niveles tan bajos como 50 células/mm3 hasta recuentos tan altos como 907 células/mm3; por lo tanto, los problemas visuales causados por la sífilis no parecen relacionarse con tener recuentos bajos de células CD4. Además, apuntan que su estudio sugiere que la sífilis podría ser más agresiva en personas con VIH, por lo que en personas con VIH con dolencias oculares, se debería considerar e investigar la presencia de sífilis. Por último, el hecho de que en tres de los 12 hombres con VIH el diagnóstico de sífilis ocular llevara al diagnóstico de infección por VIH subraya la necesidad de realizar la prueba del VIH en personas con problemas visuales en situación de riesgo.

Fuente: CATIE News
Referencia: Kiss S, Damico FM and Young LH. Ocular manifestations and treatment of syphilis. Seminars in Ophthalmology 2005;20:161-167. // Tran THC, Cassoux N, Bodaghi B, et al. Syphilitic uveitis in patients infected with human immunodeficiency virus. Graefe’s Archives in Clinical and Experimental Ophthalmology 2005;243:863-869. // Kofoed K, Gerstoft J, Mathiesen LR, et al. Syphilis and human immunodeficiency virus (HIV)-1 coinfection: influence on CD4 T-cell count, HIV-1 viral load, and treatment response. Sexually Transmitted Diseases 2006;33(3):143-8.

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