El gran aumento de la esperanza de vida que, en los últimos años, han experimentado las personas con VIH debido al tratamiento antirretroviral ha hecho que la enfermedad cardiovascular (ECV) sea una preocupación cada vez más acuciante entre esta población.
Sin embargo, aunque la ECV constituye la principal causa de muerte en los países ricos, no está del todo claro si la infección por VIH, los fármacos para tratar el virus o ambos factores llevan aparejado un incremento del riesgo cardiovascular.
Así, algunos estudios observacionales han vinculado ciertos fármacos cuyo mecanismo de acción afecta a los lípidos en sangre (como es el caso de los inhibidores de la proteasa [IP]) a la enfermedad cardiovascular; por el contrario, el estudio SMART puso de manifiesto que las personas que interrumpían de forma estructurada su tratamiento se encontraban en mayor riesgo de sufrir ECV que aquéllas que no lo hacían, lo que sugería que el impacto sobre la función endotelial de la propia infección por VIH podía ser más relevante que los fármacos contra el virus. En definitiva, son varios los estudios que parecen ofrecer datos contradictorios en torno al riesgo cardiovascular asociado al tratamiento antirretroviral o a fármacos específicos (como sucede con la todavía vigente controversia acerca de abacavir).
Con este panorama de datos enfrentados, el número de agosto de la revista AIDS publicó dos artículos sobre sendos estudios que pretendían arrojar más luz sobre este asunto.
En uno, el doctor Lawrence A. Kingsley y su equipo de colaboradores (Universidad de Pittsburg, EE UU) usó la tomografía computarizada para medir los niveles de calcio en las arterias coronarias de unos 947 varones del Estudio Multicéntrico de Cohorte del Sida (MACS, en sus siglas en inglés). La acumulación de calcio en las arterias indica el grado de aterosclerosis (endurecimiento de las arterias) y es un factor de predicción de futuros acontecimientos coronarios. Del total de participantes en este estudio transversal, 332 no tenían VIH, 84 tenían VIH pero carecían de experiencia en tratamiento, y 531 estaban infectados por el virus y habían recibido la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA).
Tanto en las personas que vivían con VIH como en las que no, el factor que más se relacionó con la presencia de calcio en las arterias coronarias fue tener una mayor edad. Teniendo en cuenta otros factores de riesgo cardiovasculares, como fumar, el colesterol y la presión arterial, los pacientes con VIH tenían una propensión algo mayor a tener calcio en las arterias coronarias.
Sin embargo, tras hacer un ajuste de todos estos factores de riesgo, resultó que los pacientes en TARGA tenían un grado inferior de calcificación de las arterias coronarias. Entre los hombres con VIH que no estaban recibiendo fármacos para reducir el colesterol, el calcio era en torno al 60% más bajo que en el caso de aquéllos que llevaban 8 años o más tomando TARGA.
Los autores llegaron a la conclusión de que “el empleo de la terapia antirretroviral de gran actividad puede tener diferentes efectos en la presencia e intensidad de la calcificación coronaria". Y añaden: "Aunque la prevalencia de la calcificación fue marginalmente superior entre las personas que habían recibido la TARGA durante un periodo de tiempo prolongado, el grado de la misma fue menor de manera significativa entre los usuarios de la TARGA en comparación con los controles sin VIH.”
En el segundo estudio publicado en el mismo número de AIDS, el equipo de Robert Kaplan (Albert Einstein College of Medicine, Bronx, Nueva York, EE UU) usó ultrasonidos para medir indicadores de aterosclerosis en las arterias carótidas que alimentan el cerebro, y que sirven como marcadores precoces de riesgo de ECV. Este estudio transversal incluyó datos de 2.790 hombres y mujeres procedentes de dos grandes cohortes: el Estudio Interagencias sobre VIH en Mujeres (WIHS, en sus siglas en inglés), con 1.331 mujeres con VIH y 534 mujeres seronegativas, y el ya mencionado MACS, con 600 hombres con VIH y 325 hombres sin el virus.
Mediante análisis multivariable, los investigadores calcularon la media ajustada de las diferencias en el grosor de la íntima-media de las carótidas y la prevalencia de los cocientes de riesgo para lesiones carotídeas asociadas con la infección por VIH y la terapia antirretroviral.
Los resultados de este estudio mostraron que un bajo recuento de linfocitos CD4 estaba fuertemente asociado con aterosclerosis de la arteria carótida. Para los pacientes con VIH y un nivel de CD4 inferior a 200 células/mm3, el riesgo de aterosclerosis carotídea fue un 100% más elevado en mujeres y un 74% en hombres. En general, el empleo de medicación antirretroviral no guardó relación con el grado de aterosclerosis.
En un editorial que acompañaba a los dos artículos mencionados, los doctores Robert Murphy y Dominique Costagliola, del Centro Médico de la Universidad de París (Francia), concluyen que, aunque estos estudios presentan algunas limitaciones, los datos que generan provienen de cohortes prospectivas, que incluyen tanto a hombres y mujeres con infección por VIH en tratamiento y sin él como a controles no infectados.
“Ambos estudios -afirman los autores del editorial- indican que los factores de riesgo ‘tradicionales’ para la enfermedad cardiovascular son los más importantes. Cualquier tratamiento -añaden- que afecte de modo adverso a dichos riesgos, como los efectos de un fármaco en los lípidos, es probable que explique buena parte del aumento del riesgo cardiovascular general del que se ha informado [en otros estudios]."
Asimismo, aconsejan que se diseñen subestudios destinados a medir la aterosclerosis y la función endotelial dentro de los grandes ensayos planificados con pacientes sin experiencia en tratamientos.
"De algo podemos estar seguros -concluyen-: el tratamiento de la infección por VIH con restablecimiento de la inmunidad es bueno para el corazón. Éste es el mensaje más importante hoy en día."
Fuente: HIVandHepatitis / Elaboración propia.
Referencias: Kaplan R, Kingsley L, Gange S, et al. Low CD4RT cell count as a major atherosclerosis risk factor in HIV-infected women and men. AIDS. 2008, August 20; 22(13): 1.615-1.624.
Kingsley LA, Cuervo-Rojas J, Munoz A, et al. Subclinical atherosclerosis, HIV infection and antiretroviral therapy: results from the Multicenter AIDS Cohort Study. AIDS. 2008, August 20; 22(13): 1.589-1.599.
Murphy R and Costagliola D. Increased cardiovascular risk in HIV infection: drugs, virus and immunity. AIDS. 2008, August 20; 22(13):1.625-1.627.
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