Según dos estudios presentados en la 30 Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2023), celebrada recientemente en Seattle (EE UU), la pérdida de peso observada tras cambiar de un régimen antirretroviral que incluye tenofovir alafenamida (TAF) y/o un inhibidor de la integrasa, parece más probable que se dé en personas con el VIH que tienen un índice de masa corporal más elevado.
Varios estudios han mostrado que, la combinación de TAF y un inhibidor de la integrasa se ha asociado a una mayor ganancia de peso en comparación con otras combinaciones tras iniciar el tratamiento antirretroviral (TAR). En muchos casos, las personas con el VIH presentan un aumento importante de peso y desean abandonar la combinación con la esperanza de que el cambio conduzca a la pérdida de peso.
Sin embargo, son pocos estudios los que han analizado los efectos metabólicos tras cambiar de un régimen antirretroviral que incluía TAF y un inhibidor de la integrasa. Uno de ellos se realizó en personas con el VIH que habían participado en el ensayo ADVANCE y encontró que aquellas que cambiaron de TAF a tenofovir disoproxil fumarato (TDF; Viread®, también en Truvada® y otras coformulaciones) tuvieron una pequeña pérdida de peso después de un año y que el peso se mantuvo estable durante los dos años de seguimiento. No obstante, en las personas que permanecieron en TAF el peso siguió aumentando.
Dos estudios presentados en esta edición de CROI han tratado de arrojar más luz sobre el impacto que tiene sobre el peso el cambio de un régimen antirretroviral que incluye TAF y un inhibidor de la integrasa. El primero de ellos se realizó en el contexto de la cohorte ATHENA, la cual incluye a casi todas las personas con el VIH de los Países Bajos que están tomando tratamiento antirretroviral. El análisis incluyó a 1.440 participantes que habían experimentado un aumento de, al menos, el 7% del peso corporal durante los dos años posteriores al inicio del tratamiento con TAF. Un total de 165 participantes cambiaron de un régimen que incluía TAF y/o un inhibidor de la integrasa de los cuales solo 69 tenían mediciones de peso. Se compararon los factores de riesgo para el cambio de peso entre los que cambiaron de tratamiento y los que permanecieron tomando la misma pauta después de haber experimentado un aumento de peso superior al 7% (con 800 personas con mediciones de peso disponibles).
De entre los participantes que cambiaron de tratamiento, el 79% eran hombres, con una mediana de edad de 49 años, un recuento mediano de CD4 de 670 células/mm3 y una mediana de índice de masa corporal (IMC) de 25,7 kg/m2. Estos datos no difirieron significativamente en las personas que permanecieron con su tratamiento.
De las participantes que cambiaron de tratamiento, 21 suspendieron TAF, 37, un inhibidor de la integrasa, y 11 ambos fármacos. De aquellos que interrumpieron TAF, aproximadamente un 80% cambió a TDF mientras que los que cambiaron de un inhibidor de la integrasa fueron divididos equitativamente entre los que recibieron un inhibidor de la proteasa potenciado y los que tomaron un régimen antirretroviral basado en un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido.
Los que discontinuaron TAF habían ganado una mediana de 3,2 kg en los dos años anteriores al cambio y después de este perdieron 1,3 kg. Aquellos que solo habían cambiado un inhibidor de la integrasa ganaron una mediana de 5,9 kg en los dos años antes del cambio mientras que tuvieron una pérdida de 2,6 kg después del cambio. Por último, aquellos que cambiaron tanto TAF como el inhibidor de la integrasa habían ganado 5,6 kg en el mismo tiempo que el resto de los participantes y perdieron 1,7 kg tras realizar el cambio.
Al comparar los factores de riesgo para el cambio de peso en un análisis de regresión logística, los investigadores encontraron que el único factor asociado a tener una mayor pérdida de peso después del cambio fue tener un IMC de 30 kg/m2 o más al realizar el cambio de tratamiento. Las personas que se encontraban en esta categoría de peso corporal, indicada como obesidad clínica, llegaron a perder hasta 5,4 kg al año después del cambio, más que las que tenían un rango de peso estándar (IMC 18-24,9 kg/m2). Ningún nuevo fármaco incluido en el régimen antirretroviral al que cambiaron se asoció con una pérdida de peso mayor.
Por otro lado, no hubo pérdida de peso entre aquellos participantes que continuaron tomando el mismo tratamiento después de registrar una ganancia de un 7% del peso corporal durante los dos años posteriores al inicio del tratamiento de su peso inicial a los dos años de iniciar el tratamiento. Es más, ganaron una media de 0,77 kg.
El segundo estudio presentado en la 30 CROI fue llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Ghent en Bélgica. El estudio, llamado RUMBA, distribuyó de forma aleatoria a 130 personas que estaban tomando bictegravir/TAF/emtricitabina (Biktarvy®) o dolutegravir/abacavir/lamivudina (Triumeq®) a cambiar a biterapia con dolutegravir/lamivudina (Dovato®) (n=87) o a cambiar y seguir tomando Biktarvy® (n= 43) participantes restantes cambiaron o continuaron tomando el régimen basado en bictegravir. El 90% de la población estudiada era de sexo masculino y tenían una media de edad de 46 años. Alrededor de un 20% tenían un origen étnico distinto al europeo.
Los investigadores encontraron diferencias significativas entre los brazos del estudio asignados al azar al inicio del estudio. Aquellos que pasaron a tomar dolutegravir/lamivudina tenían un promedio mayor de peso (81kg frente a 75 kg), de medición de cintura (95cm frente a 89cm) y de IMC (26 kg/m2 frente a 22 kg/m2).
A las 48 semanas tras la aleatorización, aquellos que habían sido asignados a la biterapia con dolutegravir/lamivudina registraron a su favor pequeñas diferencias, aunque significativas, en los niveles de ALT, colesterol HDL, masa magra del tronco, masa grasa del tronco y porcentaje de grasa total. Sin embargo, no hubo diferencias significativas en cuanto al peso, medición de la cintura, IMC, colesterol total o LDL, triglicéridos, resistencia a la insulina o rigidez del hígado no tuvieron diferencias significativas entre los dos brazos del estudio.
Cuando se analizó la masa grasa del tronco por categoría de masa corporal, el cambio desde el nivel basal fue solo estadísticamente significativo en los participantes con un IMC de 30 o superior (p=0,011). De estos, los participantes que fueron asignados a biterapia perdieron un promedio de 1 kg y los que estaban tomando Biktarvy aumentaron un promedio de 1,4 kg.
Los autores de este segundo estudio indicaron que se realizará un seguimiento de los participantes durante 5 años para observar la evolución del peso y la composición corporal. Este seguimiento a largo plazo podría arrojar más luz sobre los cambios que se producen en el peso en varios compartimentos corporales y proporcionar algunas claves sobre los mecanismos subyacentes al aumento de peso. Sin embargo, durante la sesión de discusión de ambos estudios varios investigadores comentaron que, desde la perspectiva del control del peso en la diabetes, los datos eran muy modestos y el impacto clínico de este cambio de peso sería mínimo.
Fuente: Aidsmap / Elaboración propia (gTt-VIH).
Referencias: Verburgh ML et al. Reversibility of TAF- and/or INSTI-associated weight gain. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Seattle, abstract 673, 2023.
Degroote S et al. Favorable metabolic outcomes 48 weeks after switch to DTG/3TC. Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections, Seattle, abstract 672, 2023.
Suscríbete a los boletines
Utiliza este formulario para suscribirte en los diferentes boletines. Si tienes cualquier problema ponte en contacto con nosotros.
Al continuar, confirmas que has leído el aviso legal y aceptas la política de privacidad.