A lo largo de sus 20 años de andadura, el Plan de Emergencia del Presidente de EE UU para Paliar el Sida (PEPFAR, en sus siglas en inglés) ha destinado miles de millones de dólares para apoyar la respuesta frente al VIH en 55 países de bajos y medianos ingresos muy afectados por esta pandemia. Sin embargo, un artículo publicado en la revista Science alerta de que, a estas alturas, el Congreso de EE UU aún no ha resuelto destinar fondos a esta iniciativa, lo que pone en peligro la capacidad del programa para hacer frente a las amenazas de salud pública en esos países con pocos recursos.
El programa se puso en marcha en el año 2003, cuando George W. Bush anunció el lanzamiento del PEPFAR, comprometiendo miles de millones de dólares para luchar contra la epidemia del VIH en los países más pobres del mundo. A pesar de que no siempre ha estado exento de polémicas (véanseLa Noticia del Día 17/04/2006 o La Noticia del Día 19/10/2007), se calcula que esta iniciativa ha permitido salvar más de 25 millones de vidas en todo el mundo.
Cuando se puso en marcha el PEPFAR, apenas 50.000 personas con el VIH tenían acceso al tratamiento en el África subsahariana. Hoy, esta cifra ha superado los 20 millones, lo que ha contribuido a salvar familias y revitalizar comunidades en ese entorno. Del mismo modo, el PEPFAR ha contribuido a transformar los sistemas sanitarios de todo el mundo gracias a su colaboración con numerosos gobiernos, socios nacionales y grupos de la sociedad civil, así como con organizaciones mundiales como el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Estas iniciativas conjuntas permitieron formar a cientos de miles de trabajadores sanitarios, equiparon miles de laboratorios y farmacias, y establecieron numerosos sistemas de vigilancia epidemiológica. De hecho, este trabajo permitió que los países utilizaran estos recursos para impulsar sus respuestas al COVID-19 y salvar millones de vidas más.
A pesar de los avances conseguidos, el trabajo de PEPFAR no ha terminado. Así, en 2022 se registraron 1,3 millones de nuevas infecciones por el VIH y 630.000 muertes relacionadas con el virus. Las encuestas de población realizadas en países africanos muestran sistemáticamente que la población infantil, la joven y los hombres se están quedando atrás en el acceso a los servicios de prevención y tratamiento del VIH.
Por otro lado, existe la constancia de que hay poblaciones estigmatizadas y en situación de riesgo (como por ejemplo los hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres [GBHSH], personas trans o usuarias de drogas inyectables) que se han quedado atrás a la hora de acceder a estos avances de salud. En respuesta, el PEPFAR prevé hacer esfuerzos para conseguir la plena participación de las comunidades afectadas y la ampliación del acceso a programas de prevención y tratamiento adaptados a sus necesidades.
Por otro lado, el programa no solo ofrece beneficios en esas comunidades con menor recursos, sino que sus actuaciones también permiten extraer lecciones útiles a la hora de orientar los esfuerzos de respuesta frente al VIH en EE UU. Entre ellas estarían la ampliación del autodiagnóstico, los métodos de prestación de servicios diferenciados para atender las necesidades y preferencias de poblaciones específicas o el uso de datos actualizados para dirigir los recursos e inspirar la acción de manera adecuada.
Para poder realizar su labor, PEPFAR ha contado con el apoyo ininterrumpido de los dos grandes partidos de EE UU que han ocupado las sucesivas administraciones, lo que ha llevado a su reautorización por el Congreso de EE UU cada 5 años durante sus más de dos décadas de andadura. Sin embargo, la actual reautorización (que compromete 6.000 millones de dólares de inversión) se encuentra en un punto muerto debido a percepciones erróneas y afirmaciones inexactas que no guardan relación alguna con el propósito y la labor del PEPFAR.
Así, desde sectores conservadores se acusa al PEPFAR de fomentar el aborto, afirmaciones que son rechazadas tanto por parte del personal del PEPFAR como de responsables de salud pública. También se pone en cuestión el lenguaje usado por parte del PEPFAR en relación con grupos como las personas transexuales o las personas trabajadoras, que precisamente se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad frente a la infección. Hay que señalar que ninguno de estas objeciones se había puesto sobre la mesa en anteriores reautorizaciones del proyecto.
Por este motivo, los autores del artículo hacen un llamamiento para presionar a los políticos de forma que se desbloquee la situación, dejando claro que gran parte de los avances conseguidos están en peligro y la vida de millones de personas está en juego.
Fuente: EATG/Elaboración propia (gTt-VIH)
Referencia: Wafaa M. El-Sadr, Myron S. Cohen ,Global fight against HIV is at risk. Science0,eadm6975DOI:10.1126/science.adm6975
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