Según los resultados del estudio CHARTER (siglas en inglés de Investigación sobre los Efectos de la Terapia Antirretroviral en el VIH alojado en el Sistema Nervioso Central), un 52% de los participantes con VIH de esta cohorte poseen algún grado de trastorno de la percepción, la atención, el lenguaje, la memorización y la coordinación física, lo que se conoce con el nombre de deterioro cognitivo. Los datos de este estudio fueron presentados durante la V Conferencia sobre Patogénesis, Tratamiento y Prevención del VIH de la Sociedad Internacional del Sida (IAS, en sus siglas en inglés), que se ha celebrado en Ciudad del Cabo [Sudáfrica] del 19 al 22 de julio,
Estudios anteriores han llegado a la conclusión de que la replicación del VIH en el sistema nervioso central puede provocar deterioro de la función cognitiva (véase La Noticia del Día 02/07/09). En las personas con VIH, además, pueden confluir otros factores coexistentes, también llamados comorbilidades, que podrían provocar deterioro cognitivo, como por ejemplo el envejecimiento, la diabetes o la coinfección por las hepatitis virales (véase Dossier: Envejecer con VIH). Como consecuencia de ello, los investigadores están centrando su atención en averiguar cuántas de estas cormorbilidades podrían aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.
En el estudio participaron un total de 1.555 personas con VIH inscritas en seis hospitales universitarios estadounidenses que estaban o no tomando tratamiento antirretroviral. La media de edad de los participantes fue de 43 años; un 77% eran hombres; un 61% no blancos y un 28% refería en su historial el uso de drogas inyectables.
El análisis evaluó el deterioro neurocognitivo en tres grupos de pacientes clasificados según el tipo de comorbilidades:
– 843 personas con comorbilidad secundaria: una enfermedad que podría tener un impacto mínimo sobre los resultados de los tests neuropsicológicos, pero que probablemente ni siquiera provoca deterioro leve.
– 473 personas con comorbilidad contribuidora: una enfermedad que podría tener, como mínimo, un efecto leve sobre los resultados de los tests neuropsicológicos, pero que por sí misma no causa el grado de deterioro neurocognitivo general observado.
– 293 personas con comorbilidad confundidora: una enfermedad que probablemente provoca efectos importantes sobre los resultados de los tests neuropsicológicos y que afecta significativamente la función neurocognitiva causando discapacidad funcional o una enfermedad que invalida los resultados de los tests como consecuencia del escaso esfuerzo a la hora de realizarlo.
La edad y el recuento de células CD4 fueron similares en los tres grupos de participantes, aunque el nadir de CD4 (el recuento más bajo alcanzado) fue más elevado en el grupo con comorbilidad secundaria (216 células/mm3) seguido por el grupo con comorbilidad contribuidora (203 células/mm3) y por el grupo con comorbilidad confundidora (182 células/mm3). Las personas de grupo con comorbilidad secundaria tenían más nivel educativo y mejores habilidades lectoras que los participantes del resto de grupos.
A aproximadamente tres cuartas partes de los pacientes se les realizó una punción lumbar para medir la carga viral en el líquido cefalorraquídeo. Las cargas virales en plasma y en el líquido cefalorraquídeo fueron similares en los tres grupos (2,87 y 2,20 log en el grupo con comorbilidad secundaria; 2,82 y 2,12 log en el grupo con comorbilidad contribuidora; y 2.81 y 2,15 log en el grupo con comorbilidad confundidora). El hecho de que las cargas virales fuesen más elevadas en el grupo con comorbilidad secundaria podría ser consecuencia de que menos participantes estuvieran en el momento del análisis tomando tratamiento antirretroviral (69%) en comparación con los participantes del grupo con comorbilidad contribuidora (71,7%) y los del grupo con comorbilidad confundidora (74,1%). En este último grupo, la tasa más elevada de personas tomando tratamiento antirretroviral podría reflejar un estadio de infección por VIH más avanzada.
Los participantes con comorbilidad confundidora tenían más probabilidades de estar deprimidos (16,5 según la escala de Beck frente a 15,7 en las personas del grupo con comorbilidad contribuidora y 12,3 en las del grupo con comorbilidad secundaria) y menos probabilidades de tener un empleo (13% frente a un 19,7% en el grupo con comorbilidad contribuidora y un 33% en el de comorbilidad secundaria).
Los resultados de los tests estándar mostraron que un 52% de los participantes de este estudio tenían algún grado de deterioro cognitivo: un 21% deterioro leve, un 29% moderado y 2% grave. El deterioro moderado afectó básicamente a más personas del grupo con comomorbilidad confundidora (cerca de un 60%) que a los participantes del grupo con comorbilidad contribuidora (cerca de un 40%) y que a los del grupo con comorbilidad secundaria (cerca de un 20%).
En los participantes con un recuento de CD4 nadir por encima de 200 células/mm3 y con carga viral indetectable en sangre, aproximadamente un 30% tuvieron algún grado de deterioro cognitivo. Está tasa se elevó hasta un 45-50% en personas con un nadir de CD4 por encima de 200 células/mm3 y con carga viral detectable y en aquellas con un nadir de CD4 por debajo de 200 células/mm3 y carga viral detectable o indetectable.
En general, un peor deterioro cognitivo se asoció con un recuento nadir bajo de células CD4, diagnóstico de sida, comorbilidad grave y tomar tratamiento antirretroviral (lo que podría indicar un estadio de infección por VIH avanzada). En el grupo de los 843 participantes con comorbilidad secundaria, un peor deterioro cognitivo se asoció con un recuento nadir de CD4 por debajo de 200 células/mm3, el estado de la carga viral en plasma y tomar tratamiento antirretroviral.
Los investigadores evaluaron a 401 participantes del estudio 4 o más veces. Durante la observación, el estado neurocognitivo se deterioró en un 29%, permaneció estable en un 47% y mejoró en un 17%. En las personas con carga viral detectable en el líquido cefalorraquídeo en la primera evaluación, tuvieron más probabilidades de experimentar un deterioro de su estado neurocognitivo que de permanecer estables o mejorar (p=0,04). Los participantes con hepatitis C en la primera evaluación tuvieron también más probabilidades de que su la función cognitiva empeorase (p=0,04). En los pacientes que estaban tomando en la primera evaluación un régimen antirretroviral que incluía un inhibidor de la transcriptasa inversa no análogo de nucleósido, se observó que cerca de un 50% mejoró su función cognitiva (p=0,03), lo que podría reflejar la mayor capacidad de esta clase de antirretrovirales para penetrar en el cerebro.
Estos hallazgos se añaden al grupo cada vez mayor de datos que muestran la desconexión entre el éxito de la terapia antirretroviral (entendido como carga viral indetectable en plasma) y la persistencia de trastornos neurocognitivos en muchas personas con VIH sanas. Los investigadores de este estudio especulan que un bajo nadir de CD4 podría ser un acontecimiento a modo de ‘legado’ cuyas consecuencias neurológicas persisten una vez que se han manifestado. De confirmarse esta hipótesis, sería otra razón más que inclinase la balanza hacia los beneficios del diagnóstico y tratamiento precoz.
Fuente: NATAP / Elaboración propia.
Referencia: Heaton R, Franklin Jr D, Clifford D et al. Persistence and progression of HIV-associated neurocognitive impairment (NCI) in the era of combination antiretroviral therapy (CART) and the role of comorbidities: the CHARTER study. 5th IAS Conference on HIV Pathogenesis, Treatment and Prevention. July 19-22, 2009, Cape Town. Abstract LBPEB05.
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