La mayoría de testimonios que muestran ese alarmismo infundado en relación con el VIH corresponden a personas de Sudamérica, lo que me hace llegar a dos conclusiones: primera, la inexistente información que debe de haber allí sobre esta enfermedad, y segunda, lo estigmatizado que está el VIH entre la población de esos países. Lo segundo es una consecuencia directa de lo primero.
Es desmoralizante ver cómo hay personas que acuden a esta y otras páginas del tema en estado ‘de casi histeria’ y al borde del suicidio a causa de una caricia, una masturbación o de haber tenido sexo con preservativo. Y eso incluso después de haber obtenido un resultado negativo al VIH en las analíticas y de haber estado expuestos a situaciones de riesgo cero.
¡Los seropositivos no son la peste negra! Aunque tienen problemas de sobra conocidos, a día de hoy las personas con VIH están cada vez más controladas y su esperanza de vida es similar a la de las personas seronegativas.
El seguimiento de una terapia antirretroviral eficaz supone ‘prácticamente una cura’ para quien sigue un estilo de vida saludable, como puede llevar un enfermo crónico de diabetes o una persona que tome pastillas para el corazón.
Esos testimonios alarmantes me parecen una desconsideración y colocan a la población que sufre esta enfermedad [el VIH] en una situación marginal respecto a la sociedad.
Mi pareja es seropositiva y yo no. Mantengo relaciones sexuales con ella cada día y solo usamos el preservativo en la penetración. Y no he tenido ningún problema, el riesgo de transmisión es casi cero.
¡Ya está bien de tratar el tema como si las personas con VIH fueran seres apestados o de inferior categoría!